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Julio Monreal

Por la igualdad en Fallas

En las nueve fallas de la sección especial de este año y en muchísimas más de las distintas categorías, en los elementos centrales de los monumentos destacan figuras femeninas. Una gran efigie de mujer constituye el principal motivo de la falla de la plaza del Ayuntamiento, promovida por la corporación municipal. Mujeres son también las principales protagonistas de la fiesta, las Falleras Mayores, este año encarnadas en Marina Civera y Sara Larrazábal, y las mujeres son mayoría en el acto más multitudinario de los eventos josefinos, la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados. Pues pese a todo esto, a la fiesta de las Fallas, declarada patrimonio de la Humanidad, le salen de vez en cuando unos ramalazos machistas a los que parece imposible poner coto.

La decisión de los presidentes de las comisiones de fallas de sección especial de mantener a los nueve hombres designados por sorteo para constituir el jurado que había de valorar los monumentos es una de esas medidas innecesarias y caprichosas que afectan negativamente a la imagen de una fiesta tan grande. Como ya sabe el lector habitual, los nueve presidentes propusieron 27 nombres, tres por cabeza, 22 hombres y cinco mujeres. Tras una primera ronda de exclusiones y vetos a la que tienen derecho quedan tres mujeres en el bombo y, tras el sorteo, nueve varones salen designados. El presidente de la Junta Central Fallera y concejal de Compromís, Pere Fuset, declara su malestar, su disgusto, y solicita que se revoque el nombramiento. Pues en lugar de provocar la reflexión y la rectificación recibe un aluvión de improperios desde buena parte de las entidades falleras, al mismo tiempo que cosecha la solidaridad de la mayor parte del arco parlamentario valenciano y numerosas entidades sociales concienciadas sobre la igualdad.

Mención especial merece el presidente de la Interagrupación de Fallas, Jesús Hernández Motes, quien ha acusado a Fuset de «hacer política con la igualdad», como si eso fuera algo censurable, como si la igualdad fuera un valor partidista o sectario, y no un valor universal consagrado en el triple lema de la Revolución Francesa y confirmado por todas las instituciones contemporáneas empezando por la ONU. Parece que se puede hacer política con las Fallas pero no con la igualdad. El propio Motes ha desarrollado una frenética actividad con el objetivo de desacreditar al gobierno municipal de Compromís, PSPV-PSOE y València en Comú en el mundo de la cultura festiva y en especial con amargarle la vida a Fuset como máximo representante institucional de la fiesta.

El problema es profundo. El jurado exclusivo de hombres no ha sido sólo cuestión de la Sección Especial. Los varones han compuesto también todo el grupo de valoración de la Especial Infantil y de la Primera A. En la máxima categoría de infantil, los presidentes propusieron a 13 hombres y 2 mujeres y en el sorteo salieron elegidos cinco varones. En la división de plata de fallas grandes, los 15 propuestos por las comisiones eran hombres. Fuset lleva peleando la igualdad en estos jurados desde que empezó su mandato, pero la Asamblea de presidentes ha rechazado dos veces introducir modificaciones, alegando que los mandatarios de la fiesta eligen a personas por su preparación y experiencia, no por cuotas por género.

Los avances en igualdad entre hombres y mujeres van más lentos en las Fallas que en la sociedad en general. La Federación de Especial ha mantenido sus nueve jurados varones y ha dicho que ya si eso el año que viene hará un gesto, cuando habría tenido tiempo para actuar ya este año. Su voluntad de quedar por encima de Fuset, de no ceder ante el gobierno local, ha pesado más que el sentido común y el paso adelante. Lo mismo ha ocurrido con la comisión de análisis de la igualdad en la fiesta creada hace más de un año con el apoyo de la Universitat de València y la presencia de destacados colectivos falleros y de otros ámbitos sociales. Su actividad ha quedado relegada a un dictamen con una serie de recomendaciones que a nada comprometen, cuando en el momento de su constitución el objetivo era plantear medidas para evitar la cosificación de la mujer, especialmente en los monumentos.

Por desgracia, no hay avances. Se dan más bien retrocesos. La Fallera Mayor de València, Marina Civera, ha sido objeto de severas críticas en las redes sociales por haber acudido al balcón consistorial el pasado día 8 con un pañuelo morado en el antebrazo, en señal de adhesión al espíritu y la letra del Día Internacional de la Mujer, y también por haberse declarado contraria a que el cargo que ostenta en 2019 sea un mero papel de escaparate en la fiesta. ¿Pueden las Falleras Mayores tener opinión e incluso expresarla? Así debería ser, manteniendo siempre un tono institucional durante su mandato, que no se quiebra por mostrar un pañuelo morado el 8 de marzo. Y después de ejercer como reina de las fiestas, a la pelea en el mundo global. La Fallera Mayor de 2018, Rocío Gil, pugnará por un puesto de concejala de València en la lista de Ciudadanos que encabezará Fernando Giner. Y se comenta que no será la única reina edil. Carmen Sancho de Rosa, FMV de 2014, suena con fuerza para la lista del PP de María José Catalá. Y estas circunstancias se darán porque son personas preparadas y valiosas para el cometido político y de representación, y no porque vayan a ser incorporadas a las candidaturas sólo para aportar votos del mundo de las Fallas, ¿verdad? Pues eso. Un poquito de igualdad, por favor.

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