Una de 2. Estaba yo con el cuerpo rumbero, en mitad de la mascletà y en su punto medio entre el in crescendo y la ordalía, cuando me dio por pensar en Bonig y Català. Pumpumpum y pumbapumbapumba, un dalequetepego del ruido. Ahí, mientras me levitaba la glándula pineal entre las nubes del cráneo, me dije casi sin poder escucharme: qué difícil debe ser para ambas competir en las próximas elecciones y ser oídas entre el pumpumpum ensordecedor de Zaplana y Cotino y su trasfondo de corrupción urdido cuando València era una fiesta y en el PP estaban encantados de sacarse a bailar, y el pumbapumbapumba de su jefe Casado que cuando no amenaza con una castellanización por tierra, mar y aire, pumba; alienta la teoría de la conspiración sobre los atentados del 11M de 2004, pumba; o propone una ley de apoyo a la Maternidad para combatir el «invierno demográfico» asentada en ese principio de altísimo valor moral que consiste en cambiar niños para la adopción por retrasos en la expulsión de sus madres biológicas inmigrantes irregulares, pumba. Lo cierto es, sin embargo, que a Bonig y Català, en las fotografías, se las ve encantadas, la una retando a Puig a un OKCorral no apto para cobardes y la otra denunciando la dictadura de Grezzi, el mismo día, hora y lugar en que el concejal y la ciudad de València recibían el Bikefriendly 2019 a la mejor estructura ciclista de España. ¡Qué oportunidad encontrada!

Dos de 2. Si el liberalismo es aquella teoría que, en lo económico, defiende el máximo uso posible de las fuerzas de la competencia y, en lo político, la defensa a ultranza de las libertades individuales, entonces podría ser que el «feminismo liberal» fuera un oxímoron y que el adjetivo añadido no clarificara en nada al feminismo o bien fuera una puntilla en su testuz o testuza. En cualquier caso, dicen: «El feminismo no es patrimonio de nadie», cuando nadie defiende lo contrario y, sin embargo, lo sería de quienes lo practican. Dicen: «Nunca habrá igualdad sin libertad», cuando, siendo el feminismo desde sus inicios un movimiento de liberación, es evidente, como lo es que tampoco habrá libertad sin igualdad. Dicen: «No a elegir entre la carrera y la familia», cuando nadie dice lo contrario. Dicen: «Feminismo no es decir ´portavozas´», cuando decir «portavozas» no fue más que una provocación exitosa para denunciar los evidentes usos sexistas del lenguaje, porque, siendo un lagarto, un zorro, un perro y un hombre público cuatro animales, una lagarta, una zorra, una perra y una mujer pública son putas. Dicen: «El feminismo liberal no excluye al hombre», cuando ningún otro feminismo defiende lo contrario porque el feminismo es un humanismo. En fin, dicen: «No sigas», cuando yo ya he terminado.