El ímpetu y la intensidad con que volvió a vivirse el 8 de Marzo me hicieron creer que, dados los escasos días que separaban esa jornada reivindicativa del comienzo de las Fallas, parte de la marea feminista se contagiaría a las fiestas. Lo cierto es que al final no ha sido para tanto.

Pero mis cálculos se basaban en datos objetivos: el gobierno municipal de Joan Ribó planteó, meses antes de las fallas del año pasado, a principios del 2018, la necesidad de elaborar una lista de canciones no machistas para las fiestas y actos falleros. Llegó a proponerse una comisión de seguimiento que, entre otros cometidos, efectuaría una inspección de la música verbenera. Y ya de paso, la comisión de marras también se ocuparía de debatir sobre la voluptuosidad y cosificación de la mujer en los monumentos falleros; eso sí, respetando la creatividad de los artistas.

Para evitar ser catalogados de censores, los impulsores de esa comisión de igualdad para las Fallas quisieron dejar claro que su misión sería incentivar y no prohibir, aunque demasiadas veces la línea que separa una cosa de la otra es muy delgada.

La verdad es que en 2019, al contrario de lo ocurrido en las fiestas pasadas, el tema igualitario ha quedado en un segundo plano. Cierto es que el concejal Pere Fuset puso el grito en el cielo por la composición absolutamente masculina de los jurados de la comisión de Fallas de Especial. Pero el presidente de ese colectivo, Santi Ballester, dio sus explicaciones y la sangre no llegó al río, posponiendo el debate para las fiestas del año próximo.

La igualdad tiene que ser una realidad en cualquier ámbito de nuestra sociedad, incluidas por supuesto las fiestas, pero su imposición a golpe de maza en la misma semana fallera huele a oportunismo político. Al fin y al cabo, la designación de jurados no es algo con lo que Ribó y sus comprometidos concejales con la causa feminista se hayan encontrado de nuevas este año. Viene de atrás, y tiempo han tenido para encauzar soluciones. Medidas que tampoco se han conocido tras el trato denigrante dado por À Punt a la fallera mayor de Alzira.

En cualquier caso, alguien ha debido de pensar que a dos meses de unos comicios debe evitarse que la censura en las verbenas o las críticas a los jurados se conviertan en el debate de las noches de las carpas falleras. Nada como la cercanía de una campaña electoral para lograr que los del golpe de maza sean comedidos.