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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Trasplante de cejas

Cristiano Ronaldo entra en el negocio del trasplante de cejas con una clínica en Madrid que, en 6 horas de operación, implanta 4.500 unidades foliculares por 6.000 euros. El pelillo puesto sale a 1,3 euros.

Salvo para depilarlas, las cejas no merecen gran atención, pese a lo mucho que trabajan en subrayar el enfado del ceñudo y lo que significan, involuntariamente, en el entrecejudo ojijunto. En la política definían el Soviet Supremo de la Unión Soviética, por culpa del cejudo Leonidas Brézhnev y porque era una institución de viejos y en la tercera edad, todo mengua, menos las cejas, las orejas y el escroto. Las cejas circunflejas de Rodríguez Zapatero movilizaron electoralmente a algunos cultos que imitaban su forma singular con el índice.

Las cejas subrayan la expresión de los ojos, a veces la contradicen, pero son discretas y definen pocos rostros. Las de la pintora mexicana Frida Khalo eran una y tres a la vez y son su logo. Cualquier rostro de mujer puede ser fridakhalizado por su cejísima trinidad.

Hace años se puso de moda el estudio de las cejas en las perfumerías, un sencillo acto estético que, con un porta ángulos y mucha jeta, hacía saltar un montón de euros de bolsillo a bolsillo sin apenas ciencia ni esfuerzo. Es lógico (en la lógica esteticién, claro) que la cejas ocupen su lugar, junto a las uñas y los dientes que se defienden en tantos bajos comerciales con ortodoncia y beautynails, ahora que, como es propio de sociedades prósperas (quién lo diría) la dentadura tiene más que ver con la sonrisa que con la masticación y la mano con el adorno que con el trabajo manual. Las cejas pasan al sector servicios de las relaciones públicas, no sólo para depilarlas sino también para trasplantarlas.

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