«No tot serà,però, silenci./

Car diràs la paraula justa,/

la diràs en el moment just».

Vicent Andrés Estellés 1958

E l swing y el lindy hop van de la mano en la constelación del jazz. Un lector me remite a dos columnas de Manuel Vicent, publicadas en El País, sobre el swing y lo importante que es tener clase. El periodismo tenga o no swing, merece tener clase. Vicent piensa que «el swing también es una forma de encajar con elegancia los golpes bajos que da la vida». Es una forma de enfocar la existencia con clase y estilo. Nada neutro, rancio ni frívolo. Ritmo, cadencia y saber estar. Aplicable a la actividad periodística, cuando las novedades digitales no suplen la claridad, la valentía, el acierto y la inteligencia.

Tribus. Los dirigentes de la clase política y económica, ambicionan controlar los contenidos de los medios de comunicación. Quienes escriben sin pertenecer a ningún rebañito disciplinar, siguen recibiendo reconvenciones, presiones, chantajes y amenazas. Proliferan grupúsculos de fuerza y poder. Partidos políticos, congregaciones, clanes patronales, organizaciones sindicadas, conciliábulos confesionales, tertulias y colegios de mutuo apoyo. También los periodistas se sienten tentados por la tribu corporativista. Apelotonados se ven más protegidos e influyentes. Tendencia de la mediocridad: mejor de los míos y del montón que solventes y eficaces.

Quinto poder. Los del CEU, los tertulianos o tortolitos en su nido, los cristianos, los supremacistas, los LGTB y los que se cuelgan de la política en sus diversas aspiraciones. Y no oses interferir que los números clausus están repartidos de antemano. No hay sitio para los advenedizos. Para unos, los periódicos están en manos de quienes mueven el dinero y el poder. Para otros, los profesionales de la información pertenecen a cubículos siniestros donde los alecciona el mal. Por fortuna quienes detentan poder de todo signo, no consiguen silenciar los mensajes ni teledirigir, desde sus poltronas y cargos, el indómito mundo de la comunicación.

Misión. A menudo se olvida a Jorge Ramos, ciudadano norteamericano de origen mexicano, que en 2015, fue expulsado con violencia de una rueda de prensa por recriminar al candidato Donald Trump. Por sus alegatos racistas, intolerantes y xenófobos. Ramos demuestra que el contrapoder de la prensa tiene la misión de controlar a los que mandan. Es su capacidad, su responsabilidad y su razón de ser. «El silencio no es una opción. El principal peligro es quedarnos callados». En el ámbito de los grandes principios no cabe neutralidad ni inhibición. Hay indicios de que los medios de comunicación estadounidenses se preparan para poner contra las cuerdas a Trump antes de su renovación. Son empresarios y grupos financieros, pertenecientes a la sociedad civil norteamericana, que adquirieren y rearman periódicos, sistemas informativos, agencias, medios audiovisuales y plataformas de redes sociales para cortar el paso a Donald Trump y a sus lobbies. Antes de que destrocen el reconocimiento mundial de potencia, que ha caracterizado a EE.UU. en el siglo XX hasta la presidencia de Obama y su recambio por Trump.

Clase. Siempre han existido diferencias en la comunicación en los territorios de España. En Madrid reside el ombligo político del Estado. Barcelona se bate por la capitalidad productiva, exportadora y cultural. El último cataclismo secesionista en Catalunya altera la configuración de poderes. Por la rigidez del aparato administrativo, la impronta catalana ha gozado de más swing que la capital del Estado. El independentismo radical, de fuga y desplante, merma la sutileza de los catalanes. La hecatombe se consumó con la crisis política de CiU, que protagonizaron Jordi Pujol y Artur Mas. Sus sucesores en la presidencia de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont y Quim Torra, son paréntesis que se podrían haber ahorrado los catalanes. Dos personajes sin clase ni «swing». Manuel Vicent, añora el swing en los políticos. Únicamente lo atisba en quien presidió los Estados Unidos, el asesinado John. F. Kennedy y lo personaliza en Nelson Mandela como «rey del swing, moral, físico y espiritual». Vicent pone alto el listón.

Llegará el día en que se pruebe que el presidente de los EE.UU., Donald Trump, para llegar a la Casa Blanca, se apoyó en la Rusia de Putin. En suelo español irrumpen relevos de derechas - Cs y VOX-. El Partido Popular, hegemónico desde 1996, está carcomido por la corrupción. En la CV, cientos de altos cargos del PP condenados, investigados y procesados. Aun así podría ser la formación política más votada. La sociedad está enferma y confundida en su escala de valores. Un partido político, con opción de gobierno, no puede ser una cueva de delincuentes blindada por los votos. La corrupción generalizada de los políticos de un partido lo inhabilita. Evidencia la miseria moral de su degeneración. Los periodistas de ahora, con clase o swing, llaman a las cosas por su nombre.