Estamos a un mes de las elecciones y hasta ahora los partidos andan más enredados con sus listas que con sus programas, porque lo que hemos oído hasta ahora es, o prueba que los políticos no saben lo que necesitan los españoles, o lo saben pero no tienen soluciones que ofrecer y huyen despavoridos ante ellos.

Hasta ahora -según lo oído- a mí no me interesa llevar armas, el aborto está más que consolidado en nuestra sociedad, los papeles para los hijos de inmigrantes es cuestión menor y naturalmente yo prefiero el derecho a una vida digna -para eso buscamos a los políticos- que a una muerte digna. Y prefiero el derecho a un trabajo estable y digno y a una vivienda asequible y digna, y a una sanidad sin listas de espera que consumen a los enfermos y también la garantía de las pensiones. Y aquí, en Levante, necasitamos garantías para nuestras necesidades de agua, para defender nuestros productos agrícolas y para defendernos de la invasión catalanista, que siempre está acechando, del mismo modo en Extremadura y Aragón quieren un tren que no les de más sobresaltos.

Eso es lo que debe debatirse, porque ahora se han enterado de repente que hay más de ochocientas cincuenta mil personas en listas de espera en Andalucía y dicen que hay otras quinientas mil más y todos tan campantes como si viviéramos en jauja. Ahora es el momento de apretar, porque como se nos escapen y vengan las elecciones otra vez a hablar de Cataluña y a otra cosa.

Ese es tema importante para nosotros, de tal modo que hasta ahora tampoco sabemos qué partido va a defender la valencianía, vamos, lo que antes hacía Unión Valenciana. Y pienso que el partido que coja la Senyera y se plante en Vinaroz para decirles a nuestros vecinos del Norte que aquí no van a poner ni un pie será el partido que se lleve la mayoría a su bolsa, porque los valencianos estamos ya más que hartos de que se emplee nuestro dinero en alterar la verdad histórica y en intentar invadirnos como súbditos de las tierras catalanas, cuando la verdad es al revés.

Nosotros gozamos de un Siglo de Oro cultural antes de que lo tuviera España y los catalanes ni lo olieron. Imagínense que lo hubiesen tenido ellos; nos lo restregarían día y noche como si todos fuesen Premio Nobel, o como si tuviesen el Santo Cáliz. Aquello sería Lourdes. Porque saben vender y saben inventar. Por eso hay que pararlos y dejar de regalarles subvenciones y ayudas.

Yo espero que se agiten los partidos en unos días, porque de lo contrario la abstención será inolvidable.