«Aquelles hores tan llunyanes/

d'una vida en projecte,/

d'un compromís possible,/

aquella espera no mai més enyorada». Emili Rodríguez Bernabeu, Alacant, 1972

El poder es inútil si no dura. Vamos a la kermés electoral de Pedro Sánchez en dos sesiones. Entre el 28 de abril (generales y autonómicas) y el 26 de mayo (municipales y europeas) se transformará la Comunitat Valenciana. Fracaso épico: la política y los políticos valencianos no pintan nada. Ni aparecen. No constan. En los nuevos episodios nacionales con pantalla en Madrid y Barcelona, sin rastro de Ximo Puig, ni de Mónica Oltra ni de Joan Baldoví. El que despuntaba más allá de Contreras.

Sin pulso. La sociedad valenciana y Conexus (AVE+ Generalitat) -gran conseguidor de Ximo Puig en Madrid- han de hacer examen de conciencia. Los demás -con el actor Toni Cantó imponiendo cartel- ni cuentan para coaligar ni para mayorías. La infrafinanciación de la CV, la deuda de la Marina del puerto de València, las ayudas al transporte metropolitano o a la Ópera (Madrid, Barcelona, Bilbao y Málaga, las tienen) se posponen sine die. Del Corredor Mediterráneo y el soterramiento de vías, ni rastro. Dense ustedes por defraudados. Una vez más. Los políticos creen que el poder es suyo y los ciudadanos sus marionetas. Los falleros dominantes se sublevan, marcan machismo e imponen la ley reaccionaria de Convento Jerusalén.

Plural. Quienes gobiernan suponen que las prerrogativas alcanzadas son permanentes. Que su prolongación depende de unas cuantas engañifas. El País Valenciano es plural. Muchos pueblos, decenas de comarcas, diversidad de aspiraciones, lenguas y pareceres, que no deberían ser manipulados por partidos políticos de obediencia estatal. Hay entusiastas y críticos de los pactos de 2015 -Botànic y la Nau- testigos del cambio. El principio de una singladura. Con errores y aciertos, se abrió una ventana al aire fresco y limpio en la Comunitat Valenciana. Tras dos décadas de hegemonía delictiva y despótica del PP.

Miopía. Se coaligaron tres partidos -PSOE, Compromís y Podemos- . Cuatro años de estabilidad progresista. Momento de discernir si cumplieron promesas y expectativas. ¿Qué ha ocurrido con la política, la cultura, la economía y el bienestar augurados? Quienes otean desde el cap i casal se ven aquejados de miopía capitalina. Su vuelo raso no les permite atisbar más allá. Del Segura y Villena a las tierras altas de Penyagolossa , de Vinaròs a Aitana y del Montgó a Requena y la Vall d'Albaida. Los votantes afilan sus papeletas. ¿Qué pasa con la lengua, la cultura, la economía, el empleo, la sanidad o la enseñanza?

Economía. Primer capítulo. No hay razón para dejar la política económica de la CV exclusivamente en manos empresariales. No era prudente ni convenía. El conseller Rafael Climent y su equipo se contentaron con la parcela económica del bien común. Tuvieron la oportunidad de mostrar ante el mundo que los utópicos también saben de economía. Dejar la casa bien barrida con opciones sugestivas de futuro. Reconstruir conceptos básicos: exportación, productividad, diversificación, equilibrio, competitividad, reindustrialización, liderazgo ferial (mueble, cerámica, Iberflora, moda, construcción), turismo integral y de negocios, recuperación rural, pedigrí agroalimentario (cítricos, arroz, vino, horticultura), geolocalización estratégica, vocación marítima y portuaria. Ocasión perdida para el proyecto integrador, avanzado y equitativo de país.

Cultura. La segunda dimensión, la cultural, que el conseller Vicent Marzà -lo mejor del Consell que se eclipsa- ha impulsado frente a acusaciones miserables del anticatalanismo carcamal. La cultura languidece sin política editorial. A nadie preocupa la desaparición de librerías ni la ausencia de circuitos culturales. La sociedad se embrutece. Enseñanza y sanidad, dos piezas maestras en los presupuestos, cuya evolución está supedita al plácet del gobierno central. Les acompañan los asuntos sociales. Se han soslayado la industrialización, modelo económico, comercio, singularización, reinvención hortofrutícola o desarrollo rural. El tercer capítulo es ferial. Es increíble que uno de los 10 mayores recintos feriales del mundo,-- aquejado de una gestión de gin tonic y colombianas-- hayan desaparecido certámenes arraigados (Euroagro, Textilhogar, FIMI, Juguetes, Franquicia) que pudieron respaldar la viabilidad de la institución. Cuya deuda de mil millones, que heredó del PP, sigue sin resolver.

Comarcas. La comarcalización pendiente del País Valenciano siempre se deja para los que vengan. Permitiría redistribuir y restablecer equilibrios. Confluyen dramas en el desempleo, la despoblación en zonas rurales, artesanía in situ o la promoción industrial. Salvar el desarrollo humano para reconciliar al territorio con sus habitantes. Premisa: para amar el país ha de ser conocido. Los valencianos, a menudo, no aman su tierra, porque la ignoran. En la película francesa, La kermesse heroica (1935), las damas flamencas de la ciudad belga de Boom, afrontaban en 1616 la llegada de los tercios españoles a los Países Bajos con una proclama matriarcal: «¡Mujeres, llevamos demasiado tiempo aceptando la dominación. Madres y abuelas, salvemos al pueblo de la deshonra!» El poder y el amor han de perdurar para prevalecer y expiar.