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Julio Monreal

Las palabras y los hechos

Mari Fe tiene 54 años y está desesperada. Uno de sus dos hijos con discapacidad, el chico, permanece desde 2006 en lista de espera para ingresar en una residencia especializada. La hija obtuvo plaza en ese año pero el varón vive en casa, cercano ya a la treintena, y sus limitaciones y necesidades exponen a la familia a una prueba diaria de resistencia, tenacidad, entrega, dedicación, paciencia, amor y muchas exigencias más, que solo conocen quienes se encuentran en la misma situación.

Se puede acceder a una plaza, pero la Generalitat exige a cambio que los padres renuncien a la tutela sobre la persona que la solicita, y Mari Fe se pregunta por qué motivo debe ceder la tutela de su hijo a la Administración autonómica para siempre, renunciando a procurarle atenciones elegidas por ella, como la salud bucodental o simplemente comprarle la ropa que desee.

Cuando la vida de uno transcurre con cierta placidez, sin grandes sobresaltos físicos o espirituales, decisiones como a quién votar en unas elecciones autonómicas y generales el 28 de abril próximo se convierten en algo importante, que merece ejercicios de comparación, meditación e incluso de discusión con las personas próximas.

Sin embargo, cuando alguien vive bajo la presión de una circunstancia grave, que permanece las 24 horas en la cabeza y marca absolutamente el día a día, como una enfermedad inhabilitante, una dolencia que puede acabar con la vida, como un cáncer, o una situación de exclusión social o laboral, el voto cobra otro sentido: la absoluta necesidad de elegir la opción que uno cree que puede ayudarle mejor a resolver su problema. O la salida del sistema, la elección de desentenderse de la participación política por la creencia de que nadie hará nada eficaz para solucionar su situación, o parte de ella. Mari Fe quiere votar pero no sabe a quién.

En estos días, los partidos políticos que concurren a la cuádruple convocatoria electoral de primavera están muy atareados en la elaboración de los programas. Ya se han anunciado algunas de las más impactantes. El Partido Popular bajará los impuestos con la intención de que haya más dinero en manos de las empresas para que estas inviertan y creen empleo. El PSOE ha prometido en la Comunitat Valenciana que todos los estudiantes universitarios que aprueben el curso completo tendrán gratis la matrícula del año siguiente; Compromís anuncia comedor escolar gratis para todos; Podemos legislará para que los partidos no puedan contratar préstamos con bancos y que estos tengan prohibido estar en el capital de los medios de comunicación; Ciudadanos prevé recortar 750 millones de euros que considera gasto superfluo de la Generalitat; y Vox habla de extender el uso de las armas entre la población y para abrazar más el ideario de Donald Trump habla ahora de construir muros en las fronteras de Ceuta y Melilla ¡y que los pague Marruecos!

Los programas electorales, como la vida misma, fluyen entre lo urgente y lo importante. Y los sabios siempre recomiendan que lo primero no quite energía ni tiempo para atender lo segundo.

Uno lee que el proceso de cambio climático ha hecho que el verano haya ganado un día al año desde 1980 y eso quiere decir que la estación ya no dura tres meses sino casi cuatro y medio. ¿Eso es urgente o importante? Pues es sencillamente vital. Porque afecta a la disponibilidad de agua, al territorio que se verá invadido por el mar a medida que se deshielen las grandes placas, a los animales, a la agricultura, a los bosques... a la vida en general. Sin embargo, pasa una mosca por el Telediario del tipo del verdadero papel que desplegaron los conquistadores españoles en Méjico y se genera un intenso debate atlántico.

Como ya han afirmado algunos líderes políticos y sociales de los ámbitos valenciano y español, el cambio climático es el reto más importante al que se enfrenta la Humanidad en las próximas décadas, pero por desgracia, las propuestas para neutralizar su avance ocuparán un espacio residual en los programas de los partidos. Será como el elefante en la habitación, que invade toda la estancia pero nadie habla de él. Sin embargo, los trípticos de propuestas estarán llenos de medidas «urgentes», las que los estrategas de los partidos consideren convenientes para atraer la atención de los ciudadanos y llevarlos a votar en su beneficio el 28 de abril y el 26 de mayo.

Desafíos como la despoblación del mundo rural, que hoy llenará las calles de Madrid en demanda de atención y soluciones; el envejecimiento de la población, que obliga a atender nuevas necesidades y a rediseñar la sanidad; la falta de empleo, especialmente para jóvenes, que mantiene bajo mínimos existenciales a decenas de miles de familias... Son solo algunos ejemplos de retos urgentes e importantes al mismo tiempo, que deberían copar el espacio de los programas electorales.

Los investigadores en biomedicina llevan semanas manifestándose periódicamente en protesta por la falta de inversión y de herramientas para desarrollar su trabajo en la lucha para desentrañar las claves de enfermedades que matan a diario. Según aseguran, desde el pasado 1 de enero un tercio de los grupos de investigación que existen en España en este campo carece de dinero para funcionar, y trabajos que deberían estar avanzando se encuentran parados, con despidos de personal y fuga de talentos. Sin embargo, no hay líder político o social que no subraye a diario la investigación como prioridad. Y es evidente que hay un abismo entre las palabras y los hechos en este campo.

En este contexto es en el que Mari Fe, la madre de dos chicos con discapacidad severa, no sabe a quién votar. Se pregunta por qué en la mayoría de los países de Europa las personas con diversidad funcional tienen prioridad absoluta y en España ellos y sus cuidadores han de convivir con un infierno administrativo que les lleva hasta a renunciar a la tutela. ¿Urgente? ¿Importante? Esa es la cuestión.

Partida de póker en el hospital de Dènia

El presidente Ximo Puig ha anunciado que si las empresas que gestionan el hospital y el área de salud de Dènia se exceden en sus pretensiones económicas al negociar el final anticipado de la concesión la Generalitat aplicará el rescate unilateral. Govern y Marina Salud juegan al póker a un mes del final del mandato autonómico, en el tiempo de descuento. El Consell anunció el rescate; se abrió la negociación que interesa a todas las partes; la empresa dejó plantada a la Administración en la reunión decisiva dando a entender que no quería acuerdo; el trato se enfría; la empresa manda a sus voceros a proclamar que si no hay rescate anticipado habrá fuga de talento médico (vamos, que sí quiere negociar). Y así están las cosas. Puig lo prometió y quiere cumplirlo. Y puede que la concesionaria compuesta por DKV y Ribera Salud, no quiera facilitarle ese triunfo al cumplirse el año del rescate del hospital de Alzira.

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