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Muñecos toreros

Conjunto icónico y tópico de la España eterna: una monja con cofia de avión, un torero, un guardia civil, una cantaora con peineta. Imagen perdida: las monjas visten de calle, los picoletos solo usan tricornio en traje de gala, las cantaoras se han desmelenado, salvo en parodia (Martirio), y nos queda nada más el torero. Marchando, pues, una de toreros, para las listas. Personalmente me parece bien, siempre que no los utilicen de mascarón y les den un papel verdadero, poniendo a quienes puedan defender la profesión y la Fiesta. Problema: la única defensa razonable es dándole un sentido mítico (el que tiene en el fondo), una trascendencia casi sacra, una dimensión ritual y artística, despojándola de sus adherencias rutinarias más castizas, clasistas y machistas; y no creo que sea lo que se espera de los candidatos toreros bajo una sigla que encarna esas rutinas en estado puro y duro.

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