Muchas veces solemos olvidar que para hacer y fabricar las cosas, hacen falta materias primas que proceden de la tierra. Son los minerales que se extraen de las minas y canteras los responsables de que podamos disponer de los elementos más básicos para nuestro día a día.

Arenas, gravas, hierro o cemento nos permiten construir viviendas y llevar a cabo obras civiles como carreteras, puentes o vías de tren. Para fabricar un televisor o un ordenador necesitamos más de 35 minerales distintos. Y la cuarta revolución industrial va a demandar muchos más minerales para desarrollar la tecnología necesaria e implantar energías renovables, producir vehículos eléctricos o fabricar baterías más duraderas y potentes para nuestros teléfonos móviles.

Estas necesidades, sumadas al beneficio socioeconómico materializado en puestos de trabajo directos e indirectos y en una notable actividad económica, nos llevan a destacar la importancia de la actividad minera y los beneficios que produce. Pero ¿y los perjuicios que provoca? ¿Somos conscientes de ellos?

Si hablamos de la importancia de la minería para mantener nuestro modelo de vida, no debemos olvidarnos de lo indispensable que es la biodiversidad para la supervivencia humana, ya que es la responsable de los procesos que garantizan la vida, el bienestar y la economía en todo el mundo. Y, la minería a cielo abierto, además de su impacto visual, afecta localmente al sustrato y la biodiversidad.

¿Tenemos que elegir entonces entre el desarrollo económico o la vida? ¿Entre el progreso o la riqueza biológica? Ni mucho menos. La biodiversidad debe ser la base de nuestro desarrollo económico y social. Todos debemos contribuir a su conservación y fomento, y no cabe duda de que sectores como el minero tienen más responsabilidad que el resto por su elevado impacto ambiental y por el beneficio obtenido, pero también, por sus capacidades y herramientas para demostrar que el desarrollo económico no debe estar reñido con la sostenibilidad.

Hoy por hoy, tenemos el gran privilegio de disponer de tecnologías que no existían hace medio siglo y que nos permiten compatibilizar minería y protección de la riqueza natural. Tenemos a nuestro alcance estrategias de convivencia para poder visualizar una cantera como una oportunidad, para aumentar la biodiversidad de partida y favorecer a las especies y hábitats más amenazados desde todos los puntos de vista.

Aunque un proyecto de restauración de un hábitat degradado por una actividad minera sea una proceso arduo y complejo, la clave reside en la colaboración entre entidades conservacionistas y expertos del sector. Actualmente, estas sinergias ya están consiguiendo resultados eficaces y de calidad para la conservación de la biodiversidad.

Este modelo de trabajo colaborativo que se propone y hacia el que debería encaminarse la gestión de las explotaciones mineras, impulsa de igual manera, tanto la conservación y mejora de la biodiversidad, como la convivencia y relaciones sociales entre actores tradicionalmente enfrentados. Es necesario poner en valor los intereses comunes de estos agentes y facilitar el trabajo conjunto por todas las partes interesadas. Por ello el pasado 3 de abril reunimos a la mayoría de los actores relacionados con la conservación de la biodiversidad y la industria extractiva para analizar la conciliación entre ambos elementos y empezar a establecer lazos y sinergias de futuro.

Tras la celebración de este evento, podemos afirmar decir que la a actividad extractiva es una oportunidad para llevar a cabo proyectos de biodiversidad, pero debemos mirar más allá de las usuales líneas de actuación. Se pueden buscar métodos para introducir biodiversidad durante la explotación de la cantera (por ejemplo, con la instalación de colmenas y así favorecer a los insectos polinizadores) y, planificar desde el inicio la explotación minera para que la restauración posterior aumente la biodiversidad de partida y favorezca a especies y hábitats amenazados.

Porque la minería del futuro, al igual que la mayoría de nuestras actividades económicas, tendrá que ser sostenible o no será.