Una de dos. Quienes me conocen (¿y a ti quién te conoce?: ¡ni siquiera tu, que te buscaste el yo dentro de ti, como un Sherlock Hume, sin encontrarlo!) saben que no insulto cuando utilizo los términos «imbécil» e «idiota»: siempre los uso en su sentido etimológico. Así, «idiota» sería el que cree posible una felicidad individual y que, desde su individualismo abstracto, niega su concreta realidad social y la existencia y prioridad de un bien común. En este contexto de uso, «imbécil» sería el que no puede dar un paso ni pensar sin las muletas o bastones de la ignorancia, de sus prejuicios, de sus intereses y beneficios, de su desdén por todo. ¡Yo qué sé! Lo que sí sé es que hoy quisiera referirme a esos políticos «imbéciles» que son incapaces de dar un paso en sus propuestas sin el bastón del, por abreviar, anticatalanismo existente contra el catalanismo inexistente. No teman: no voy a hacer una lista; pero sí una referencia obligada a César Sánchez. Esta semana, el alcalde de Calp, presidente de la Diputación de Alacant y, si alguien no lo remedia, diputado por el PP en el Congreso, ha querido poner su adoquín en esta senda de caminos que no se bifurcan, acusando al Consell de llevar a cabo «un genocidio a la cultura castellana y española en la Comunidad». Dice más cosas, pero ésta es lo suficientemente gorda. Sinceramente, yo no sé si lo del genocidio es una imbecilidad etimológica o simplemente una tontería (aunque seguro que es una de las dos cosas, pudiendo ser ambas), pero ya que estamos, déjenme decir también la mía: esta semana, el único genocidio cometido contra la cultura castellana ha sido la muerte de Rafael Sánchez Ferlosio, en quien todo lo que tenía valor, tuvo un pecio. ¿Genocidio contra la cultura castellana? ¡No fastidies!

Dos de dos. Hay problemas que tienen una solución para todos y problemas que sólo tienen respuestas. Los que tienen solución quedan zanjados; los tienen respuestas siguen abiertos a otras respuestas que matizan el problema. ¿Cuántas son 2 + 2? o ¿Qué es el agua?, son dos problemas con solución: 4 y H2O. Pero, ¿Qué es la libertad?, por ejemplo, es un problema que tiene muchas respuestas que valen por sí mismas y se enriquecen mutuamente. Siguen sin zanjar el problema de la libertad las respuestas de Kant, Stuart Mill o Marx, y los tres apuntan aspectos interesantes que no cierran nuevas aportaciones ni invalidan las que les precedieron. Hay que seguir pensando, porque hay tareas que no concluyen. Creo que, en la entrevista al filósofo Marina que este periódico publicó el lunes, se decía algo semejante sobre el tema del aborto. En el cuerpo de la entrevista, Marina decía: «Hay cosas que no son ni blancas ni negras. No hay que pensar que hemos encontrado una solución ideal y darlo por zanjado». Es decir: no existen soluciones ideales ni posibilidad de zanjar el tema. El titular de la entrevista, sin embargo, sugería lo contrario.