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Tribuna

Un político de fuste

No es habitual, ni siquiera en unas memorias, que un político no se canse de pedir perdón y confiese que ha llorado de frustración o tristeza en varias ocasiones. Josep Antoni Duran Lleida cuenta en las suyas que ha sufrido mucho, hasta el extremo de no poder dormir cuando por ejemplo era consciente de haber ofendido a un adversario, ha pedido disculpas creíbles a los periodistas con los que alguna vez se ha comportado de forma incorrecta y no duda en entonar el mea culpa por cada iniciativa malparada en la que ha tenido una participación destacada. Se muestra humilde y sensible, pero para evitar confusiones advierte que no es un santo y que se calla algunas cosas.

El origen de esta singular personalidad, que combina la afición a las corbatas y la buena vida con el rigor y la máxima responsabilidad en su actividad política, se encuentra en el concejo oscense de Alcampell, pequeño como Cabranes, donde nació Duran Lleida. Allí aprendió una moral rectilínea de su padre, un empleado raso de banca que le inspira un respeto infinito y le ha prestado su archivo privado de recortes de prensa para hacer el libro. El carácter firme pero dialogante de Duran Lleida comenzó a forjarse en el pequeño mundo de su pueblo natal, en el seno de una típica familia numerosa, en la angostura de la España rural de los cincuenta. Estudió y trabajó al mismo tiempo, se empapó de lecturas y llegó por fin a la política, su gran pasión, a la que ha dedicado casi medio siglo propulsado por el ímpetu de la transición a la democracia. La trayectoria de Duran Lleida no ha tenido un final feliz. El acoso del independentismo y las derrotas electorales y la deuda que llevaron a la disolución a su partido de toda la vida, Unió Democrática de Cataluña, le obligaron a retirarse. En el libro aporta reflexiones y datos inéditos sobre los intentos invariablemente frustrados de crear un gran partido democratacristiano en España. Reprocha a Tarancón que no apoyara la formación de una democracia cristiana ante las elecciones de 1977 y que pidiera con disimulo el voto para UCD, denuncia la expulsión del PNV de la Internacional democristiana por iniciativa del PP tras la firma del Pacto de Estella, acusando a Aznar de cierto intrusismo ideológico en la familia de los partidos democristianos, y da detalles desconocidos hasta ahora del sesgo ideológico de la llamada "operación Roca", que acabaría concretándose en el efímero Partido Reformista Democrático. Pero el fracaso político definitivo de Duran Lleida ha sido el proceso independentista, que le ha deparado, según él mismo reconoce, los años más duros de su vida. No duda en responsabilizar a los dirigentes del independentismo, que se dejaron llevar por la rivalidad entre los partidos y por los vientos populistas, del colapso político al que han abocado a España y del enorme daño que han causado a Cataluña en Europa. Cree que Pujol es un independentista camuflado, siempre pendiente de que nadie le hiciera sombra, y que Puigdemont es un alucinado, pero descarga la mayor culpa de todo sobre Mas, al que considera un político inepto, por la farsa de sus entrevistas con Rajoy, el giro independentista de 2012 y haber puesto la Generalitat en manos de la CUP.

El impacto de lo vivido en Cataluña durante la última década ha llevado a Duran Lleida a abandonar la política declarándose, dolorido, incapaz de seguir ella. Antes de concluir, expone sus razones de toda índole para no ser independentista, siendo sin embargo nacionalista, aboga por la reconciliación entre los catalanes y de Cataluña con España, lamenta que el espíritu de la transición se esfumara sin que hayamos aprendido a gestionar las discrepancias políticas, y reclama la presencia de políticos estadistas, preguntándose si queda alguno. Duran Lleida fue el político español mejor valorado en una encuesta realizada por el CIS en 2011. Este libro de memorias entrega su testimonio y su análisis de la política española de todo el período democrático. La alabanza reiterada a Felipe González, la ocasión en que mandó a Pujol retirar la mano de la solapa de la chaqueta por donde lo tenía cogido, la confesión de Rajoy de que no quería volver a saber nada de Aznar nunca más, aunque no especifique el motivo, todo en sus páginas es vitamínico. Para los amantes de la política, este libro es un banquete. Y consagra en su retiro al que fuera un político de mucha categoría. Duran Lleida es un político de una época que no es ésta.

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