Parece mentira, pero acabamos de empezar la campaña electoral. Y es que, ahora mismo, a las campañas les ocurre lo que a las rebajas: con tanto black friday, middle season, semanas de oro, rebajas de las rebajas y liquidaciones por jubilación, para cuando llegan las «verdaderas» te pillan con el fondo de armario a reventar, aunque un postre siempre cabe. Y digo «verdaderas» por decir algo, claro. Hoy, desde aquí, desde este escrivivir que son dos días, les animo a que ejerzan sus derechos políticos y que voten, incluso que voten lo que sea. Bueno, quizá mejor no: a lo que sea no les voten que se vienen arriba y van diciendo por ahí que no son cuatro gatos y ya te lo decía yo. Yo ya voté por correo porque, cuando toque, estaré brindando por Noé a los pies del Ararat y leyendo a Ósip Mandelstam en prosa y en verso.

En fin. Si fuera un columnista serio o, al menos, un columnista de verdad, que es casi como dios manda, aprovecharía la ocasión para desbarrar contra «Los Tres Temores», digo de la que se avecina. Pero esto de criticar a Rivera, Abascal y Casado y a sus representantes aquí en esta tierra, es más un mérito que no quiero adquirir que un requisito, como dicen ellos de la lengua, absolutamente convencidos de que si a un médico se le obliga a saber que el fetge es el hígado se irán todos a London para poder ejercer de genios y decirles a los city pacientes que tienen el fatty liver.

Un poco más de lo mismo. A mediados del siglo XIX, decía Marx que un fantasma recorría Europa y que contra ese fantasma se unían todos los poderes de la vieja Europa en una sagrada cacería, Metternich, Guizot, los policías alemanes, Casado, Abascal, Rivera, et alteri. Así que, para dejarse de fantasmadas, creyó llegado el momento de exponerse abiertamente, salir del armario, escribiendo un manifiesto. Recuerdo esto porque, leyendo sobre la última visita del presidente del PP a València, se dice en los periódicos que «Casado agita el fantasma catalanista ante los empresarios de AVE». Y me surge la duda: ¿el fantasma que recorre España es el fantasma del catalanismo o el del anticatalanismo?

En Catalunya el catalanismo no es un fantasma, sino una manifiesta realidad abiertamente expuesta. En el resto de España, el catalanismo es un fantasma inexistente, y demediado o rampante. Aquí, y cuando digo aquí digo aquí mismo, el catalanismo político (le sobra el adjetivo) tampoco existe, aunque si siguen torturándonos acabaremos por confesar lo que quieran: visca Tutankamon i Aleshores. Llegados a este punto, llegamos a la única conclusión posible: ¡Es el fantasma del anticatalanismo, imbécil! Dicho lo cual, ya he terminado.