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La sangre: 100 años como monumento

«Curioso ejemplar de esa transición y mezcla de estilos es la iglesia de la Sangre, de Llíria: manifestación regional valenciana de la Arquitectura del siglo XIII; interesante, por tanto, para la historia del arte patrio en uno de sus períodos más merecedores de estudio y muy digna, por consiguiente, de ser declarada Monumento Nacional». Así concluía la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando su alegato en favor de la Iglesia de la Sangre de Llíria, que cumple un siglo como Monumento Nacional.

El día de San Miguel, patrón de la Villa, de 1919 el Gobierno de la Nación declaraba mediante Real Orden la Iglesia de la Sangre de Llíria Monumento Nacional, el primero de los templos valencianos que recibiría tal distinción en la historia, sede y lugar de culto de la Cofradía de la Sangre, probablemente la más antigua de las existentes en la Diócesis de Valencia y una de las más antiguas de España.

La declaración la hizo el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, «quedando, como tal, bajo la protección del Estado y la inmediata custodia y vigilancia de la Comisión provincial de Monumentos de Valencia», previo informes de la Real Academia de Historia, la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de la provincia de Valencia y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El texto legislativo decía que «en 1238, el Rey D. Jaime I conquistaba la región valenciana, cayendo en su poder, por lo tanto, la Edeta de los edetanos, Laura de los romanos y Liria de los árabes. En el repartimiento formado por el conquistador consta la donación hecha al Obispo de Valencia, fray Andrés Albalat, de varias casas, entre cuyos limites se hallaba la mezquita. Sobre ella se elevó la iglesia de que se trata. Estaba ya construida en 1273». Y siguió sirviendo de única parroquia a la población, hasta que en 1627 su crecimiento impuso elevar otra. Desde entonces, perdida su categoría, la iglesia de la Sangre quedó relegada a segundo término, como domicilio religioso de la Cofradía de la Sangre, creada a raíz de la reconquista «para catequizar moros y judíos».

Describe el Monumento como «ejemplar extraordinariamente típico de la arquitectura gótica, con arcaísmos románicos, característica de la región valenciana€ Su planta es rectangular, de una nave, con estructura de grandes arcos apuntados, sobre los que carga la armadura de madera. Han de señalarse en ésta las pinturas, en las que se ven, a más de ornatos de varias clases, figuras y escenas de caza, torneos, etc..., de buena mano y rico colorido. Y, finalmente, las dos puertas y las capillas, adiciones de una reforma del siglo XIV. La arquitectura del Monumento constituye una página interesantísima de la historia del arte cristiano en la región valenciana y en sus formas típicas a raíz de la conquista, del que ya no quedan muchos ejemplares».

Por su parte, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando calificaba la iglesia de «románica», de la serie de iglesias valencianas del siglo XIII, estilo importado de Aragón, de las que con ella destacan san Félix de Xàtiva y el Salvador de Sagunt. En principio fue santuario romano dedicado a Ninfeo, luego mezquita árabe y finalmente iglesia cristiana en 1252 dedicada por Jaime I a raíz de la Reconquista». La descripción que se hacía entonces era: «La iglesia de la Sangre, en Llíria, es de una sola nave, con cabecera rectangular, de muy poco fondo y capillas laterales rectangulares también. Hállase dividida por cinco arcos apuntados muy abiertos y de gran desarrollo€». En el siglo XIV se reformó. «Los espacios entre los pilares interiores de la planta primitiva se transformaron en capillas cubiertas de bóvedas de aristas, con sus correspondientes arcos de ingreso. En los muros laterales de estas capillas, especialmente en las del lado de la Epístola, se abrieron sencillos ojos de buey€».

La torre de las campanas, colocada al lado izquierdo de la fachada principal, corresponde también al primitivo tipo de esta clase de fábricas en el reino de Valencia, esto es, planta cuadrada, sin adorno ni resalte alguno en sus muros y terminadas por arcos de medio punto para la colocación de las campanas, coronándola un adarbe, el «arquitrador» valenciano, de carácter defensivo. Los muros de argamasa, formados por fuerte hormigón de arena y cal, conforme al sistema más en uso en la región valenciana, no obstante la abundancia de piedra en las cercanías de Llíria.

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