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Los difíciles equilibrios de Puig con Ciudadanos

En los debates electorales hay poca improvisación y mucha preparación previa. En el primero de estas Elecciones Autonómicas, el que organizó la SER el pasado viernes, el candidato socialista, Ximo Puig, cerró la última intervención esperando a los últimos 15 segundos de su tiempo para dar un rápido vistazo a sus notas y lanzar un mensaje que provocó, después, todo tipo de interpretaciones al decir «pido su voto para el partido socialista pero, si no nos quiere votar, vote por una opción progresista para no volver nunca atrás».

El actual President es el claro favorito de las encuestas para ganar las elecciones y repetir en el cargo, algo que sumado a su personalidad, le hace mostrarse prudente y moderado. Con esa frase intenta transmitir cierta elegancia con sus actuales y futuribles socios sin dejar de pedir el voto para él. En la misma línea dijo no querer patrimonializar los logros del Consell aunque luego, a diario, compita con Oltra en apuntarse tantos de gestión.

Paralelamente, Puig quiere intentar neutralizar la estrategia de Compromís y Podem que, como se observó también en el propio debate, deslizan continuamente que el PSPV puede preferir un pacto con Ciudadanos que reeditar el Botànic. Este asunto no les interesa nada a los socialistas aunque también es cierto que les da una imagen más centrada con la que seguir creciendo y ampliando su espectro, una posibilidad de acuerdo postelectoral que, por cierto, sería posible si se cumplieran algunas encuestas como la de Levante-EMV del pasado domingo.

Unas encuestas que, por otra parte, coinciden en que lo más probable será un nuevo pacto de izquierdas para la Generalitat, a pesar, del bajón de Podem arrastrado por la influencia nacional pero también por no acabar de encontrar su sitio en nuestra Comunitat donde están en terreno de nadie, apoyando durante la legislatura al Consell sin entrar en él pero sin rentabilizarlo al no condicionarlo demasiado y ahora intentando marcar un discurso propio pero, sobre todo, dejando claro que su máxima aspiración es que les dejen entrar en el nuevo gobierno valenciano.

No obstante, observando lo cambiante del actual panorama político, la influencia de la campaña nacional, la gran incógnita de hasta dónde llegará Vox - atención al voto joven - y el alto número de indecisos, mal harían los actuales inquilinos del Palau de la Generalitat, y especialmente Ximo Puig, en confiarse. Hace cuatro años alcanzó la Presidencia con un mal resultado similar al que ahora le dan las encuestas al Partido Popular. Es la gran esperanza de Isabel Bonig, fijarse en el propio Puig o en su compañero andaluz Moreno Bonilla para llegar a dirigir la Comunitat con el peor resultado de su partido en muchos años.

Por cierto, me cuenta una amiga que Mónica Oltra, además de intentar encontrar el tono para compaginar venderse como el motor del cambio y distanciarse del PSPV, dedica algún rato de sus intensas jornadas para ir pensando como condicionaría a Puig si no le superara en votos y escaños y, por tanto, se repitiera la negociación para conformar un nuevo Botànic.

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