Los valencianos nos acercamos a una doble cita electoral y es un buen momento para abrir debate sobre los temas que más interesan a la sociedad. Las infraestructuras constituyen uno de esos temas. En un contexto de crisis aguda en la inversión pública no está de más recordar que las infraestructuras son un elemento decisivo en la competitividad de un territorio y en la calidad de vida de sus habitantes, y por ello es del máximo interés para los ciudadanos posicionarse y pedir a sus representantes políticos la mayor diligencia.

Entonces, ¿de qué deberían hablar los políticos en materia de infraestructuras? El tema estrella es, sin duda, el Corredor Mediterráneo. Reivindicación indiscutible que nos implica a todos los valencianos de norte a sur, y que resulta fundamental para nuestra economía, nuestra comunicación exterior y nuestra cohesión interna. Imprescindible que no decaigan las intenciones y que los plazos se cumplan, que no es poco.

Ligado al Corredor Mediterráneo se encuentra el Parque Central. Lleva muchos años de retraso e implica particularmente a la ciudad de Valencia, que necesita suturar el enorme hueco urbano de la actual playa ferroviaria, vertebrar el espacio metropolitano interconectando cercanías pasantes y éstas con los campus universitarios y, en definitiva, racionalizar con criterios actuales la relación entre la ciudad y el ferrocarril.

De estos temas y de algunos otros los políticos hablarán, seguro, no va a hacer falta recordárselo. Pero hemos de pedirles algo más, pedirles un giro drástico en este cíclico juego de las promesas electorales que fácilmente evolucionan o se desvanecen, y que este giro suponga un enfoque de la cuestión de las infraestructuras basado en dos conceptos: planificación sólida y compromiso de continuidad. La planificación sólida exige liderazgo de la Administración, análisis rigurosos de sostenibilidad y rentabilidad social, y un marco de financiación estable sin el cual no hay casi nada. Y la continuidad es vital, porque necesitamos estrategias duraderas que trasciendan el marco estrecho de una legislatura o de un color político, y para eso nuestros representantes públicos han de superar su habitual incapacidad para el entendimiento y el acuerdo.

Con este planteamiento todo empezará a tener sentido, y entonces podremos hablar de propuestas con la tranquilidad de que pueden acometerse de manera solvente. Porque los asuntos para los que necesitamos solución son muchos: incrementar sustancialmente la inversión en transporte público, revertir la pérdida de calidad y de viajeros de las cercanías, lograr la integración tarifaria plena del transporte metropolitano, dar una solución eficaz y económicamente coherente a la liberalización de la AP-7, promover una movilidad sostenible en nuestras ciudades, aplicar en ellas políticas de mejora del espacio peatonal y la calidad urbana, impulsar un sistema completo de nodos logísticos de mercancías para nuestro territorio, planificar ordenadamente las vías de gran capacidad, los accesos a los puertos, el by-pass ferroviario de Valencia€

Pedimos, por tanto, a nuestros políticos que sintonicen ya con planteamientos como el que hemos propuesto, porque las infraestructuras, el transporte y la movilidad nos implican a todos y deben ser también 'estado del bienestar'.