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Picatostes

¡Por fin ya es jueves!

Confieso que este primer periodo electoral he estado más pendiente de la partida de Isabel Pantoja a la isla de Supervivientes que de las vicisitudes de los candidatos y sus remakes televisivos. Sólo de pensar como se las compondrá la intérprete de Marinero de luces en los trópicos haciendo fuego u otras necesidades más apremiantes, es que no pego ojo desde hace días. Volviendo a la tierra electoral, celebro que hayamos entrado en la cuenta atrás y la fotografía de Pablo Casado anunciándose como Valor Seguro en los taxis como si se tratara de un vendedor de seguros o el jefe de ventas de una concesionaria de automóviles, sea sustituida próximamente por un anuncio de Paellas Velarte o de los delfines del Oceanogràfic.

Entre la imagen del candidato Rivera emergiendo de la marquesina como una reencarnación del agente 007 después de haber acabado con la sede de unos traficantes de plutonio y la de Pedro Sánchez jugando con la tipografía como si fuera una poesía visual a lo Joan Brossa, mis nervios ópticos es que no daban abasto. Vamos, que diría Rivera, que mis órbitas parecían teledirigidas por la mismísima Marujita Diaz allá donde sus restos óseos y órbitas oculares descansen en paz.

Qué pena que la actriz sevillana no haya podido ver el renacimiento de la extrema derecha con Santiago Abascal como macho man trotando por los caminos de España. La formación de Abascal, ahora que ya comienza a tocar escaño, deberían pedir que el nombre de la artista rotule alguna de las calles o plazas de Madrid, la ciudad donde cosechó sus mayores éxitos. Hasta el Partido Animalista se podría apuntar, y en su caso, recoger firmas para una calle en recuerdo de Copito de nieve, el gorila albino y oscuro objeto de deseo de nuestra infancia, que despertó - junto con Bambi-nuestras primeras vocaciones contra el maltrato animal.

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