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Al margen

Leer sienta bien, a ti y a otros

Leer sienta bien. Sienta realmente bien para el cuerpo y para el alma, no me digan que no. Imaginen que están sentados ahora mismo en su casa tranquilamente, en la playa o en una terraza leyendo un buen libro. La mente se ensancha de placer y los pulmones, de una inmensa paz. Las letras van descendiendo, como un plasma nutriente, por todas las venas del cuerpo y el entramado de músculos y órganos rebosan felicidad por tanta imaginación, ideas, sueños, acontecimientos, creatividad...

Decía Eduardo Galeano que los humanos, más que de átomos estamos hechos de historias: de las que surgen, con letras negras, del blanco del papel, o las que brillan desde la oscuridad del ebook.

Leer lo ensancha todo y da paz porque te das cuenta de que todo es relativo. Muy relativo. Tanto como tu mirada. Has vivido mil experiencias gracias a sus protagonistas;, has juzgado, condenado y absuelto; has soñado y te has rendido; llorado, sufrido, temido y reído.

Leer expande el alma y, como decimos aquí, también el ‘coneixement’, el ‘seny’ catalán que los valencianos llamamos ‘trellat’. Imaginar cosas diferentes, enfrentarte a planteamientos diversos e incluso opuestos a los tuyos, te rompe los muros de una mentalidad rígida y obtusa. Leer es tan necesario en estos tiempos como el aire que respiramos porque si no leemos nos creeremos todo lo que nos digan con cuatro gritos: que si éste me quita el trabajo; que si el otro tiene menos derechos que yo por ser esto o lo otro; que si debo hablar una lengua o la otra; que si es mejor estar atados que unidos; que si hay que levantar muros y llevar pistolas porque el de enfrente puede ser un potencial enemigo....A mi, leer me da paz y creo que los médicos deberían preescribirlo como tratamiento para evitar muchas cosas: desde el desasosiego del alma hasta los exabruptos vacíos de respeto y repletos de odio. De cara al 28 A hay que leer. Lean mucho y animen a leer a sus seres queridos. Ustedes y ellos, o sus hijos o sus futuros nietos se lo agradecerán. Antes de que los libros ardan en una pira.

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