Hoy muchos ciudadanos estarán formando parte de las mesas electorales, cumpliendo un deber cívico y al mismo tiempo una obligación legal. Una jornada que comienza a las ocho de la mañana y que no se sabe a ciencia cierta cuándo se acabará, porque debido a la convocatoria electoral, en nuestro caso, nacional y autonómica, el recuento, como han vaticinado los responsables políticos encargados de su supervisión, puede alargarse.

Hoy sabremos si las encuestas han acertado y, por tanto, han sido fiables en su resultado, pero, sobre todo, si el método utilizado para realizarlas es el adecuado. En definitiva, si estaban cocinadas o no. También conoceremos la efectividad de la llamada de las diferentes formaciones políticas a la participación ciudadana, es decir, si se ha incrementado respecto de las últimas elecciones nacionales de 2016 que tuvieron una participación del 66,48 %, la menor de cualquiera de las anteriores, y por lo que respecta a las autonómicas de 2015 con un 71,14 %, de momento sólo sabemos que se ha triplicado el voto por correo, que ya es un dato indicador.

Mientras tanto, hemos sido sufridos destinatarios de las campañas electorales, de los debates televisivos, con polémica incluida e informaciones sesgadas e incompletas, de nuevas fórmulas y escenarios de marketing político para presentar o debatir sobre las diferentes propuestas. Por cierto, en el ámbito nacional nuevamente ningún rostro femenino entre los principales candidatos. Otra vez será.

Lo que una vez más ha quedado patente es que sigue habiendo asuntos de calado que no están resueltos, intemporales y necesarios para mejorar nuestra vida y adecuar nuestro ordenamiento a las nuevas realidades sociales. Y no me estoy refiriendo al paro, principal problema de preocupación del ciudadano, según las sucesivas encuestas del CIS, que es asunto obvio. Me estoy refiriendo a todas aquellas reformas normativas, incluida la de la Ley Electoral General, que siguen sin abordarse porque si no es por unos, es por los otros.

Y vuelvo al principio. Los ciudadanos, los que voten presencialmente o por correo, los que se abstengan, los que estén en mesas o no, todos habremos ejercido nuestro derecho democrático de sufragio activo y al mismo tiempo nuestra obligación, pero no pensemos que hemos terminado, aún queda. El día 10 de mayo comenzará la campaña electoral para los comicios del 26 de mayo, esta vez municipales y europeos, y volveremos a tener la pelota en nuestro tejado.

Esta proximidad en el tiempo de ambas elecciones supondrá, casi con toda seguridad, que no habrá gobiernos formados, ni nacional ni autonómico, por dos motivos. Uno, porque la aplicación de los plazos legales que hay que cumplir para la designación de presidentes y formación de gobiernos se solapan. Y otro, porque los partidos políticos tienen que valorar los resultados completos, para decidir o establecer estrategias y, en su caso, pactos de gobernabilidad estable.

La pelota entonces estará en su tejado y ya no habrá excusas, veremos€