Algo no hacemos bien en la economía valenciana a juzgar por la evolución que ha tenido la brecha en bienestar que nos separa de la media nacional: si en el año 2000 nuestro PIB por habitante era un 2,6 % inferior al de España, en la actualidad esa distancia se ha ampliado hasta el 11,6 %, fruto de haber crecido la renta per cápita en España tres veces más que en la Comunitat Valenciana. Esa divergencia se debe tanto al menor crecimiento en los años de expansión hasta 2008, como también al mayor impacto inicial de la crisis hasta 2012. El consuelo es que la recuperación está siendo más intensa (hemos acortado la brecha en 1,5 puntos desde 2013), pero somos un 11,6 % más pobres que la media nacional. Este triste panorama nos obliga a reflexionar y a analizar qué factores pueden explicar los pobres resultados de la economía valenciana con una perspectiva de largo plazo, siendo el objetivo de esta tribuna.

El menor nivel de renta por habitante de la Comunitat Valenciana es lógico teniendo en cuenta la brecha que también separa nuestra productividad de la de España, tanto en el caso del trabajo como del capital. En el primer caso, nuestra productividad por ocupado siempre se ha situado por debajo de la media nacional, siendo en 2018 un 4,5 % inferior. Y en el segundo, la distancia con España es aún mayor, situándose un 7 % por debajo. En este último caso, la baja productividad implica que hay capitales ociosos, lo que condiciona la recuperación de la inversión tan necesaria para crear empleo. El número de ocupados hoy es un 15,2 % superior al que había en 2000, pero en España el aumento ha sido mayor (20 %).

La baja productividad del empleo en la economía valenciana es predominante en la mayoría de las ramas productivas. En concreto, de las 60 ramas de actividad en las que podemos desagregar la producción y el empleo, en dos terceras partes la productividad es inferior a la de España, y encima en algunas de esas ramas donde salimos mal parados estamos más especializados (es el caso de algunos sectores tradicionales). Nuestra especialización productiva no ayuda, sino todo lo contrario, a alcanzar mayor nivel de productividad, ya que el peso de los sectores que aportan más valor añadido es menor en la Comunitat Valenciana. Estamos menos especializados en sectores como maquinaria y equipo, material y equipo eléctrico, electrónico, informático y óptico, química y productos farmacéuticos, telecomunicaciones, I+D, etcétera. Eso explica que el peso de la economía basada en el conocimiento (los sectores más productivos que pueden pagar mejores salarios y beneficios) sea menor en la Comunitat Valenciana.

Los economistas tenemos muy claro cuáles son las variables que explican la productividad, sobre las que debemos centrar nuestra atención, tanto las empresas como las administraciones públicas (AA PP): esfuerzo innovador, capital humano, infraestructuras públicas, tamaño empresarial... Los datos hablan por sí mismos:

a) La ratio I+D/PIB de la Comunitat Valenciana es un 17 % inferior a la de España y está muy por debajo de las regiones líderes»; ese menor esfuerzo es común en empresas y en AA PP.

b) El capital humano ha aumentado mucho en los últimos años, aunque se sitúa ligeramente por debajo de la media nacional.

c) La dotación de capital público por habitante es un 18,7 % inferior a la de España, 13 puntos más que a principios de siglo.

d) Las grandes empresas (las de más de 250 empleados) crean el 10 % del empleo valenciano, 3,3 puntos menos que en España.

Se habla, y con acierto, de la importancia del sector exterior en la economía valenciana. Y es una buena noticia constatar que nuestras exportaciones se han multiplicado por 1,8 desde el año 2000, pero no lo es que hayamos perdido cuota de mercado en el conjunto de España. Así, si en el año 2000 generábamos el 12,3 % de las exportaciones de España, en la actualidad el porcentaje ha caído al 10,6 %. La suerte es que el turismo ha aumentado con más fuerza que en España, alcanzando el número de visitantes extranjeros la cifra máxima en 2018 de 9,2 millones, 2,2 veces más que en 2000 (1,8 veces más en el caso de España).

Es ampliamente conocido, y conviene recordarlo las veces que haga falta, que la infrafinanciación que llevamos sufriendo injustamente los valencianos tanto años condiciona las posibilidades de acortar la brecha en PIB per cápita. La financiación que recibimos por habitante es un 6,5 % inferior a la media (llegó a ser 11 % inferior en 2008), lo que limita y mucho el margen de maniobra del Gobierno valenciano. No obstante, aunque se corrigiera la infrafinanciación, no sería suficiente para resolver el problema de nuestra menor productividad. El sector privado también es responsable de la baja productividad, dada su importancia en los aspectos ya señalados como la inversión en I+D+i, la formación (tanto de los trabajadores como de los emprendedores que toman decisiones en las empresas), la especialización productiva, el tamaño de las empresas, etcétera. En cualquier caso, encabezar el ranking regional en términos de la ratio deuda pública/PIB (41,8 %) hace que los 47.084 millones de euros que debemos los valencianos (¡9.515 euros por persona¡) sea una carga muy pesada que exige una solución (restructuración) en la parte que viene explicada por la injusta infrafinanciación histórica.

Las perspectivas a corto plazo no parecen indicar que vayamos a acortar la brecha que nos separa del PIB per cápita nacional, ya que las previsiones disponibles (BBVA Research) estiman un crecimiento del PIB en 2019 y 2020 una décima por debajo del de España.

Ante este panorama, es necesario, en primer lugar, que todos los agentes sociales (administraciones, empresas, sindicatos, instituciones...) sean conscientes de la realidad de los datos manejados en esta tribuna, para, en segundo lugar, remar todos en la misma dirección. La clave es mejorar la productividad e identificar los sectores con mayor potencial de generar valor añadido, para adoptar las reformas estructurales necesarias y concentrar los esfuerzos de inversión en las variables determinantes de la productividad. Igual que se ha producido un consenso bastante generalizado en la sociedad valenciana reivindicando la reforma del sistema de financiación autonómica y el corredor mediterráneo, también debería haberlo en la importancia de invertir en los determinantes de la productividad. Solo reduciendo la brecha en productividad es posible recortar la que nos separa en PIB per cápita.