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A vuelapluma

Alfons Garcia

Los candidatos necesitan consuelo

El alma necesita consuelo. Los políticos no dejan de ser humanos. Especialmente lo demuestran después de las elecciones, cuando observan detenidamente aquello que les ha ido bien y pasan de soslayo por los agujeros negros que les han regalado las urnas. No es habitual el caso de Cayetana Álvarez de Toledo, que ha visto cómo el PP pasa a ser aún más residual en Cataluña y no lo ha disfrazado. «Ha sido un pésimo resultado», ha dicho, «una derrota contundente y clara».

Isabel Bonig ha achacado a la fragmentación de la derecha que el bloque conservador valenciano se haya quedado sin la mayoría para gobernar. Es una manera de verlo muy a su favor. Pero hay otras. Hace un año, las encuestas pronosticaban una victoria mucho más clara de los partidos de la izquierda. Incluso alguna contemplaba que PSPV y Compromís sumaran apoyos suficientes por sí solos. En ese momento PP y Ciudadanos ya tenían todas sus fichas en el tablero. Fue la aparición de Vox como figura emergente pública (y social) a partir de las elecciones de Andalucía la que alteró esa partida y movilizó hacia la extrema derecha a una parte de la sociedad huida del PP y que hasta ese momento no había manifestado intención alguna de salir de su casa para votar a los populares. Así que sin el tercer actor lo más lógico es pensar que la derecha bipartita hubiera obtenido unos resultados bastante peores. Pero ya se sabe, los números electorales son muy sufridos. Siempre se aparece algún consuelo.

Incluso lo encuentro para el solitario Joan Baldoví, que se va a quedar sin compañeros de formación en el Congreso de los Diputados. Es verdad que ha sido víctima del voto útil contra la extrema derecha, que ha hecho que muchos de quienes votaban a Mónica Oltra para la Generalitat escogieran la papeleta de Pedro Sánchez o la de Pablo Iglesias para el Congreso. Pero esa actitud contiene bastante también del histórico meninfotisme valenciano («ni carn ni peix»), despreocupado de tener voz propia o no en Madrid. Lo que sí vendrán luego serán las lamentaciones. Algo así debe de ser la identidad dual.

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