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Falta o bona

R. Ventura-Melià

Por un puñado de votos

Reciente la victoria del Psoe en España y la del PSPV/Psoe en la Comunitat Valenciana nadie duda que el adelanto electoral ha producido un gran efecto, el primero y principal subir el porcentaje de participación, que desde hacía años había ido descendiendo. El votante se percató que se jugaba mucho y de ahí el remolino. En cuanto a la franja de indecisos y si en el menor tiempo se decantaron, por la campaña, por los dos debates, o por otras razones, queda en contradicción con la encuesta del CIS que se dio a conocer un mes antes y que es la que más se ha acercado…a los resultados. Y el señor Tezanos puede por tanto reir el último, aunque él esperaba más voto oculto del PP o de Vox.

De un lado se cumple lo que vaticiné en mi primer artículo aquí tras la victoria de Pablo Casado en las primarias del PP, cuando le oí su primer discurso y supuse que perdería a los votantes de centro-derecha que se podían ir a Ciudadanos, como así ha sucedido en muchos sitios. (Por entonces Vox era una débil amenaza) La campaña es la que añadió más madera a esa hoguera y ha sido pillado por ambos lados y ha salido socarrat.

El bajón de Podemos (pierde en toda España 30 escaños) no se debe solamente a las disputas internas. Los movimientos de las mareas, de En comú podem o los Comunes en Cataluña y la revuelta en Madrid es anterior a su segunda asamblea y a la salida hacia Más Madrid de Errejón. En las autonómicas andaluzas ya se veía venir el golpe y cuando lo recibieron no reaccionaron en la misma medida que lo ha hecho el Psoe y muy en especial Pedro Sánchez y quien le haya aconsejado, porque su campaña es la que le ha permitió alcanzar esos 123 escaños en las Cortes y una mayoría absoluta en el Senado.

Hay quien lo achaca al voto del miedo (el miedo al tridente con Vox en el acuerdo de la derecha si lograban sumar como así sucedió en Andalucía). Creo que la legislación aprobada por la mayoría del la moción de censura y las más reciente de los decretos-leyes, desde la junta durante el periodo preelectoral y electoral, claramente ha servido de acicate y ha venido a atraerle muchos votantes que no votaban desde hace tiempo a los socialistas, algunos se habían ido desengañados a Podemos en las dos elecciones generales anteriores.

Como consecuencia más reciente la del cambio de discurso del PP, que el martes pasado se llamaba en conclave para regresar al centro, y cara a las locales, autonómicas y europeas quiere presentarse como el partido de centro-derecha de siempre y no como la derechona que le compró le discurso a la extrema derecha en esta campaña de las generales, que tanto escozor causa. Pero no se trata sólo de cambiar de eslogan o de cambiar de secretarios (secretarias) para encargarse de la campaña urgente y rectificar imagen. Sus posicionamientos en diversos asuntos claves son los que les lastran. Y eso se verá con hechos y no bastarán las palabras o las sonrisas (ni la pretendida autocrítica, que giró de argumentación de un día para otro).

La lectura en clave valenciana la han hecho los analistas y es para no tenerlas todas consigo y dormirse en la reciente victoria, porque se puede perder València si los contrarios suman (posibilidad que no es remota, han subido). Va a ser una campaña reñida y veremos cuál será la participación y si logran la movilización necesaria. No se juegan en esto menos por un puñado de votos (unos 2.000, he leído).

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