Un 3 de mayo más, los periodistas reivindicamos firmemente la libertad de prensa. Año tras año esta fecha debería ser marcada en el calendario por toda la ciudadanía para recordar un derecho inalienable; ya sabéis: sin periodismo no hay democracia. No obstante, en esta ocasión debemos alzar más la voz si cabe ante los últimos acontecimientos en los que el periodismo y sus profesionales se han visto sacudidos. Uno de ellos es de suma gravedad: un partido político, que dice ser democrático, bramando que van a cerrar medios de comunicación si ganan las elecciones y arengando a sus huestes a combatirlos (recordemos una imagen que se viralizó el día de las elecciones). No hace falta que entre en detalles sobre este partido que ha conseguido que compañeros de profesión hayan sido abucheados mientras trabajaban.

Otro punto que hace tambalear la libertad de expresión son las fake news, las cuales no solo engañan a la población, sino que también han provocado que medios de comunicación las den por válidas. En época electoral sobre todo, las noticias falsas se esparcen por las redes sociales como un polvorín, desinformando y mermando el derecho a la libertad de prensa de las sociedades. El objetivo no es otro que manipular la opinión y conseguir objetivos políticos o económicos. Todo ello perpetrado de manera organizada y de forma tan verosímil que acaba incrustándose en la mente de mucha gente.

Si bien es cierto, las principales plataformas en las que se difunden las fake news, Google y Facebook, han tratado de incluir mecanismos que ayuden a que no se propaguen. No obstante, hay que recordar que Facebook se asienta sobre algoritmos que te muestra aquello que deseas ver. Da igual que no sea verdadero.

Por ello, un periodismo de calidad es el mejor antídoto. Y cuando hablamos de ello supone apostar por un nuevo modelo de negocio con el fin de ser sostenible y, por ende, por publicar contenidos relevantes para el lector. No vamos a entrar en debatir cuál sería la fórmula idónea, pero solo hace falta echar un vistazo al incremento de suscriptores de pago de The New York Times. Asimismo, un periodismo de calidad pasa por dejar atrás la precarización de los profesionales, una situación denunciada en innumerables ocasiones. Otras iniciativas para luchar contra la desinformación pasan por proyectos que verifiquen las noticias digitales y seguir los códigos éticos de los propios medios de comunicación en pro de la transparencia.

En definitiva, aunque hoy es otro 3 de mayo más, debemos defender más que nunca la libertad de prensa. Unos medios de comunicación fuertes y un periodismo de calidad ayudarán a que este derecho intrínseco a las sociedades democráticas no quede agravado por la desinformación venga de donde venga, de nuevos actores políticos o de las propias fake news. Hoy, más que nunca, «sin periodismo no hay democracia».