Da la sensación que en esta primavera florecen comicios, algunos tempranos, como las brevas, otros a su tiempo de maduración, como los higos. Aunque siempre se ha dicho que lo mejor son las brevas, no dejemos de recolectar también los preciados frutos de finales de mayo. La primera entrega electoral nos ha ofrecido el hundimiento del PP, básicamente por una estrategia fallida, pero nos confirma la estabilidad de los siempre fieles votantes de la derecha, ahora más divididos que nunca por el auge de VOX y Ciudadanos. A su vez, el llamado «voto del miedo» ha impulsado al PSOE, buscando reforzar al partido del Gobierno más que arriesgar en los siempre difíciles pactos postelectorales. Y ha confirmado que en elecciones clave los votantes progresistas también saben retratarse.

Pero quizás lo más destacable, junto a la confirmación de Pedro Sánchez como líder indiscutible del PSOE, tiempo después de que la mayor parte de los barones de su propio partido lo dieran por amortizado, es la alucinante capacidad de los políticos de hoy en día para cambiar sus discursos según sople el viento. Recordemos la máxima de Groucho Marx: «Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros». Pues en efecto, Pablo Casado, por ejemplo, tras hilvanar durante toda la campaña un discurso aznarista intentando con ello competir con VOX, una vez visto el fracaso de la estrategia, no ha dudado en reconocer que ahora toca regresar al centro -competir con Ciudadanos, ya que con VOX no puede. O sea lo contario de lo que estaba haciendo. Pero da igual, si unos principios no funcionan, probamos con otros.

Pero con mucho, el verdadero prestidigitador de discursos fue Pablo Iglesias, que en cosa de cuatro años, y tras su fracaso en «asaltar los cielos» tratando de sobrepasar al PSOE, ha pasado como si nada de atacar de forma incendiaria a «la casta» y «empoderar» a la «gente» a convertirse en un docto y moderado profesor que consulta la Constitución hasta en la ducha. Quién te ha visto y quién te ve. La verdad es que uno añora a los políticos de ideología firme, sea del tipo que sea, que de verdad crean en ella y sepan defenderla tanto cuando ganan como cuando pierden, en lugar de tanto político camaleón.

Entretanto, en breve vendrán las elecciones europeas, donde uno echa a faltar en la izquierda social la misma cohesión supranacional que demuestra la extrema derecha asesorada por Steve Bannon. Y por supuesto las municipales, el gobierno de lo cercano, donde lo que interesa es la continuidad de los proyectos que han demostrado responder a la urgencia de los tiempos, en lo social y lo medioambiental. Que no nos dejemos ningún fruto por recolectar esta primavera.