Según el Barómetro Municipal de Opinión Ciudadana del Ajuntament de València de febrero de 2019, un 37% de la ciudadanía valenciana está de acuerdo en que la escuela contribuye a mantener las desigualdades sociales. La ciudadanía valenciana también suscribe, en un porcentaje ligeramente superior, que la educación reproduce los roles de género tradicionales. Son porcentajes muy preocupantes en la medida que cuestionan la principal contribución de la educación en las sociedades occidentales, a saber, su capacidad para favorecer la igualdad de oportunidades y la movilidad social. Más aún, cuando dichas percepciones están bien informadas, es decir, se ajustan a la realidad.

Según las recientes investigaciones, que hemos consultado en la elaboración del II Informe Mapa escolar para el Consejo Escolar Municipal, el sistema educativo en la sociedad española y valenciana tiene grandes dificultades para garantizar la igualdad de oportunidades. Este se caracteriza por importantes procesos de fragmentación y desigualdad social lo cual dificulta la movilidad social ascendente de escolares y familias y contribuye a reproducir las diferencias sociales de las familias de origen de los escolares limitando severamente el derecho a una educación equitativa y de calidad. La escuela oculta, mediante la retórica de la meritocracia, que la desigualdad social de partida de las familias de origen es un elemento decisivo para el futuro académico de los escolares.

El concepto de segregación escolar da cuenta de esta realidad y hace referencia a una red educativa en que se diferencian los perfiles sociales de su alumnado. Donde se expulsa a lo distinto y se impide la socialización en la diversidad. Define una red escolar con un perfil de alumnado homogéneo dentro de los centros y heterogéneo entre los diferentes centros. Este fenómeno nos permite entender la concentración en determinadas escuelas de alumnado cuyas familias tienen unos niveles económicos y culturales más elevados o de escolares procedentes de familias socialmente desfavorecidas, de origen inmigrante, de etnia gitana o con necesidades educativas especiales y, por tanto compromete la función de igualación de oportunidades propia de la educación. El sistema de enseñanza obligatoria de la ciudad de València proporciona ejemplos muy significativos de dicha realidad.

La segregación escolar por condición socioeconómica alcanza en España un índice de 0,31. Este dato indica que para eliminar dicha segregación sería necesario cambiar al 31% del alumnado de unos centros a otros. El índice anterior sitúa a España en el sexto lugar de los países más segregados de la Unión Europea. Respecto a las comunidades autónomas casi todas ellas se encuentran por debajo de dicho índice excepto la Comunidad de Madrid, que decretó el llamado 'distrito único' con el gobierno de Esperanza Aguirre y que, con un índice de 0,36, lidera el ranking también a nivel europeo. El índice de la Comunitat valenciana alcanza un 0,22. En conjunto, en los últimos diez años, el índice de segregación escolar en España ha aumentado un 13'4%.

Un sistema escolar con estas características impide dinámicas de cohesión social y supone una amenaza para la equidad de nuestra sociedad. Dificulta que el conjunto del alumnado tenga trayectorias educativas exitosas y proporciona menores oportunidades a los sectores más vulnerables. El sistema educativo valenciano, como señala un reciente informe publicado por la Universitat de València y coordinado por su Vicerrector de Cultura , Antonio Ariño, reproduce también esta polarización, con un porcentaje elevadísimo de abandono educativo dentro de una doble red de centros públicos y privados que incrementan la selección social. Según los datos del Consejo Escolar del Estado la escuela concertada recibe más de 6300 millones de euros anuales.

Para transformar dicha realidad, las políticas educativas deben estar orientadas por evidencias contrastadas que permitan saber qué es lo que funciona en educación, y así, diseñar y planificar las intervenciones educativas. Como ha puesto de relieve la socióloga de la educación francesa Agnes Van Zanten, para que el mapa escolar juegue el papel de equidad que le corresponde es necesario que se diseñe a partir de análisis precisos de la distribución social de la población y que sus contornos se examinen regularmente a fin de adaptarlos a los cambios demográficos y sociales.

En consecuencia, la implementación de políticas informadas exige más y mejores datos sobre el sistema educativo y requiere la coordinación entre las diferentes administraciones en la elaboración y presentación pública de dichos datos. Sin éstas evidencias la planificación educativa se desarrolla 'a ciegas', deviene un simple instrumento de gestión burocrática y que sólo puede contribuir a mantener los privilegios de determinados sectores educativos y a agravar los problemas del sistema educativo en los municipios. Tras veinticinco años de planificación 'a ciegas', la publicación en los dos últimos años, del primer informe del programa de investigación del 'Proyecto Mapa Escolar de València' y de un segundo informe sobre zonificación y admisión del alumnado en los centros escolares de la ciudad ha roto esta tendencia en la ciudad de València. Supone un primer paso necesario para promover políticas educativas orientadas hacia la equidad.