Quedan pocos días para las elecciones municipales y todo apunta a que, en València, pueda reeditarse un nuevo acuerdo tripartito que permita reforzar, a nivel de ciudad, el exitoso pacto del Botànic que parece tener continuidad en la Generalitat. El balance de Ribó en su primer periodo se puede considerar como positivo, sobre todo si sumamos a la dificultad de un gobierno de coalición, el nivel de endeudamiento y tantos años del PP en el Ayuntamiento, que necesariamente crean una importante inercia y dificultan un cambio radical de rumbo.

De su gestión cabría destacar la apuesta por lo social, por convertir a València en una ciudad puntera en movilidad sostenible, la defensa de la huerta como valor patrimonial e identitario, la reducción de la deuda y llevar a término proyectos largamente esperados como el Parque Central. Los aspectos negativos, como la lentitud en la rehabilitación del Cabanyal o la no reversión de La Punta a suelo agrícola, luchas emblemáticas de la izquierda en las décadas anteriores, no llegan a ensombrecer una gestión marcadamente solvente en su conjunto. Por lo demás, no parece haber ninguna figura que pueda competir con el perfil de consenso y buen hacer que se ha ido ganando Ribó, por encima de su pertenencia a un determinado partido: el PP y Ciudadanos centran su campaña en revertir carriles bici y decir que València está sucia; algo bastante discutible y, desde luego, pobre argumento electoral. El PSOE con Sandra Gómez propone poco más que juventud, ante una gestión municipal escasamente de izquierdas en concejalías como Urbanismo, que se ha empeñado en defender a las constructoras privadas en planes como el PAI de Benimaclet. No acaba el PSOE de entender cuál debe ser una política municipal de izquierdas, pero desempeña un indiscutible papel en la consolidación de un tripartito progresista para València.

Parece tener sentido un segundo mandato de Ribó para que, siguiendo los modelos de Madrid y Barcelona, con alcaldes de peso y personalidad al frente de coaliciones de perfil diverso, pueda centrarse en la recuperación de la ciudad y su habitabilidad. Se hace necesario disponer de más tiempo y apoyo para completar un proyecto renovador que permita recuperar una València muy distinta a la de la America´s Cup y la Fórmula 1: una València que se distinga por el valor medioambiental de su paisaje periurbano, que mire hacia el mar con un Cabanyal rehabilitado y modélico como urbanismo equilibrado entre pobladores y turismo; que pueda ser una ciudad verdaderamente europea en sostenibilidad y disfrute de la vida urbana; una ciudad habitable, sana, lenta, creativa y mediterránea, buscando recuperar nuestra identidad y potenciar la vida de los barrios.