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Impotencia europea

Pocas veces se ha manifestado de modo tan evidente la impotencia europea frente a los Estados Unidos de Trump que en la actual crisis por el acuerdo en materia nuclear con la República islámica. Los Gobiernos europeos se encuentran entre la espada y la pared de un doble chantaje: el de la Casa Blanca, que sólo persigue un cambio de régimen en Teherán, y el de los ayatolas, que acusan a los europeos de no hacer nada para paliar el alcance de las sanciones estadounidenses.

Aconsejado por sus halcones y sin contar para nada con sus aliados europeos, el presidente de EEUU ha enviado al golfo una importante fuerza aeronaval. Los iraníes, acosados por el endurecimiento de unas sanciones tendentes a asfixiarlos y provocar un eventual levantamiento contra el régimen, han dado un plazo de dos meses a los europeos y demás signatarios del pacto nuclear para que cumplan lo prometido.

Los halcones pro-israelíes que asesoran al presidente más fatuo e ignorante de la historia norteamericana se han empeñado en prohibir cualquier trato comercial con Irán. Y a tal fin Washington ha amenazado con sancionar a las empresas de terceros países, entre ellos los aliados europeos, que no acaten esa decisión unilateral, que viola claramente no sólo lo pactado por un anterior presidente de EEUU, sino también la legalidad internacional. Los europeos han hecho amago mientras tanto de crear un mecanismo de trueque para proteger a las empresas que se atrevan a sortear las "sanciones secundarias" norteamericanas, pero es tal la fuerza del dólar que aquél se ha mostrado prácticamente inútil.

El instrumento ideado para mitigar el impacto de las sanciones tiene un valor más simbólico que práctico y los iraníes, que han tomado buena nota, acusan a la Unión Europea de no haber hecho prácticamente nada. Y nada es más nefasto para la credibilidad de la política exterior de la Unión Europea que la impotencia demostrada una vez más en relación con lo que ocurre en Oriente Medio, incluida la total impunidad de Israel en su maltrato de los palestinos.

Estados Unidos impone su ley al resto del mundo sin que le importen un comino la legalidad internacional ni las consecuencias para la paz mundial de sus acciones, y los europeos se limitan una y otra vez a establecer falsas equidistancias y expresar su pesar.

Acostumbrados a negociar siempre desde una posición de fuerza, los norteamericanos pretenden que Teherán se olvide del pacto suscrito, del que se descolgó hace más de un año EEUU, y hable directamente con la Casa Blanca, algo que Teherán rechaza, aunque sea por dignidad, algo muy importante en esa región del mundo y que los norteamericanos jamás entenderán.

¿Qué puede hacer entonces Europa, que sería la segunda región, después del conjunto de Oriente Medio, en sufrir las catastróficas consecuencias de una guerra de agresión o incluso de un conflicto civil en Irán?

Muchos confían en que todo lo que sucede actualmente en torno a Irán se limite a simples gesticulaciones, pero EEUU está jugando con fuego, y cualquier accidente fortuito o provocado -algo en lo que Washington se ha demostrado ducho en otras ocasiones- puede prender el fuego en aquel polvorín.

Es urgente que la diplomacia europea se muestre por una vez unida y firme, y se emplee a fondo en Teherán, pero sobre todo en Washington -y ¿por qué no? También en Tel Aviv, otro actor principal en ese conflicto-, para convencer a todos de que una nueva conflagración esa región no tendría ganadores, opinen lo que opinen los halcones de despacho.

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