Los valencianos llevamos muchas semanas sometidos a una presión de los medios de comunicación que termina por agotar nuestra capacidad de resistir noticias, comentarios y supuestas reflexiones sobre lo que ofrecen los candidatos a los distintos medios de representación pública. Lo que debería ser una reflexión tranquila consistente en estudiar las diferentes opciones (programas) que cada candidato promete se convierte en un atragantamiento de una especie de “plato único” de prensa escrita o digital, radio y TV que nos atosiga sin dejar espacio a otros temas de interés. Y esto porque, hasta el momento de meter las papeletas en los sobres, el pueblo es fugazmente protagonista de la vida pública. Cuando esto acabe, pasarán otros cuatro años, más o menos, sin que la ciudadanía vuelva a ser considerada protagonista en la política.

Durante el tiempo que transcurre entre votaciones o entre campañas, la política constituye una especie de ruido de fondo siempre presente porque en los medios de comunicación o en las conversaciones en cafés o tertulias, siempre ocupa una parte de nuestra vida cotidiana. Siempre la crítica política se hace sobre las actuaciones o faltas de soluciones a nuestros problemas de quienes nos gobiernan. Pero en general, la mayor parte de la población no tiene oportunidad o tiene escasas oportunidades de participar en lo público; una vez cada cuatro años es poco.

Y es que en nuestra Comunitat Valenciana se piensa que con criticar basta para desahogarse. En nuestra lengua autóctona existe una palabra muy original que pienso sería imposible en otras lenguas: m’en-in-fot (no estoy seguro de la ortografía). Contiene, creo, algo así como cuatro conceptos , creo recordar de primaria, se llamaban “reflexivos”, vamos, como si todo recayera sobre nosotros sin que nos afecte en absoluto.

Y sin embargo ha habido algunos momentos en nuestra historia reciente que parecen demostrar que las cosas no son así. Al menos en la historia que hemos vivido las personas de mi generación cuando las instituciones democráticas, que habían aparecido durante el periodo republicano, fueron secuestradas durante decenios de dictadura. Son, a mi juicio, muy importantes los fenómenos que en plena dictadura se produjeron en València en pocas décadas y que consistieron en: 1) La lucha y conquista por la conversión del antiguo cauce del Turia, no en una red de autovías, sino en un parque público “El Riu es nostre y el volem verd”. 2) “El Saler per al Poble”, recuperando (y destruyendo en parte lo ya construido) consolidando un parque público de alto valor medioambiental; 3) Y ya en periodo democrático “Defensem el Botanic”. Los tres fenómenos tienen una característica común: Fueron conquistas del pueblo valenciano sin que en ninguna de ellas aparecieran líderes destacados para dirigir la enorme presión social que, sin necesidad de encuestas, protagonismo de grupos políticos (en su tiempo prohibidos) se consiguiera lo que hoy es ya son bienes públicos de los que nuestros descendientes seguramente seguirán sintiéndose orgullosos. Bien es cierto que todos sabemos quiénes, a su pequeña escala y en el anonimato, presionaron, casi boca a boca, para llegar a alcanzar esas conquistas. No mencionaré aquí a ningún personaje en particular aunque los tenemos en la memoria y en nuestro aprecio; pero en definitiva la historia lo ha tenido que reconocer como “conquistas del pueblo valenciano”.

En muchas de las entradas a los parques del Cauce del Turia y de El Saler existen señalizaciones que proporcionan información sobre el presente: qué hay y donde está cada cosa, etc. Para la ampliación del Botanic las obras de ampliación no me consta que hayan termninado. Pero no aparece una explicación sobre la historia de …lo que pudo ser y no fue… que rezaba una canción antigua (afortunadamente, añado, y que en algunos casos pretendía hacer autopistas, edificar en las pinadas o construir un gran hotel. El incluir un relato en esa señalética sobre lo que resultó una tan importante conquista del pueblo valenciano sería una forma de aumentar la autoestima de nuestros conciudadanos y recordar un tiempo en el que, pese a todo, fue protagonista de su historia.

En la campaña electoral todos piden el voto y a los ciudadanos nos toca elegir, a veces sin información suficiente; no sabemos realmente lo que quienes venzan querrán y podrán hacer. Vaya para quien venza la recomendación de añadir un poquito de la historia que fue capaz de vivir el pueblo que les votó, en una lucha por defender lo público recordando junto a esos espacios recuperados la histroieta breve de cómo y cuándo el pueblo y los movimientos sociales consiguieron la recuperación de nuestro patrimonio. Eran los anónimos protagonistas.