El lunes y martes de la semana próxima tendremos de nuevo en València a una veintena de Premios Nobel con motivo de la reunión de los jurados de los Premios Rei Jaume I 2019. Acostumbrados a que esto suceda año tras año desde hace más de treinta, nos parece normal que se reúna tanto talento en una misma ciudad, a la vez y con un único objetivo: elegir al mejor entre los mejores candidatos, en los diferentes campos de la ciencia y el emprendimiento.

Sin embargo, esta reunión continúa siendo un acontecimiento verdaderamente extraordinario para València, para su Comunitat y para España. Porque además de los Premios Nobel, los jurados cuentan con otros cincuenta prestigiosos investigadores nacionales e internacionales, con destacados jóvenes investigadores españoles que se encuentran al inicio de sus carreras en el extranjero y con emprendedores de primerísimo nivel que conocen las claves del emprendimiento empresarial.

Estos premios cuentan además con la actitud igualmente desinteresada mantenida por entidades, instituciones y organizaciones públicas, pero sobre todo privadas. Sin su apoyo no sería posible visibilizar de esta forma la ciencia y el emprendimiento hecho en España. Tampoco sería posible mostrar el reconocimiento de la sociedad a los mejores, con el fin de que nuestros jóvenes vean en su ejemplo motivos suficientes para imitar sus carreras. Ni la ciencia ni el emprendimiento alcanzarán nunca el nivel socialmente deseable porque es mayor el beneficio que generan que el coste que entrañan. Por esa razón hay que apoyarlas desde el sector público pero también desde el sector privado.

Si nuestra fundación no contara con las aportaciones realizadas por empresas, personas e instituciones no se podrían organizar estos premios que ganan en prestigio año tras año a partir del acierto de sus decisiones. Si fueran exclusivamente públicos serían otra cosa porque no contarían con el valor adicional que representa el apoyo mayoritario del sector privado hombro con hombro con los poderes públicos.

Se debe distinguir entre patrocinio y mecenazgo. El primero suele implicar una contraprestación en imagen o publicidad, y el segundo es una transferencia en una única dirección, del donante al receptor, sin que haya una prestación directa compensatoria. Los patronos y colaboradores de la Fundación Premios Rei Jaume I nos han elegido de forma desinteresada, porque comparten nuestros objetivos y vigilan su cumplimiento. A ellos nos debemos y hacia ellos nos sentimos agradecidos en nombre de toda la sociedad valenciana y española porque contribuyen en un proyecto común que no es de nadie en particular sino de todos.

Las críticas como la vertida hace algunas semanas a la actividad filantrópica no son nuevas. Siempre han existido y el tiempo no les ha dado la razón, más allá de algunos casos muy minoritarios ligadas a programas y objetivos muy ideologizados. Ya le ocurrió a John D. Rockefeller cuando creó en 1909 la Fundación del mismo nombre dotándola con el equivalente a 4.100 millones de dólares de 2018. Su donación suscitó grandes críticas por su fama de empresario duro con la competencia a la que arrinconaba con guerras de precios y ejerciendo su poder de mercado. Hasta dos presidentes de los EEUU, T. Roosevelt y W. H. Taft, afirmaron que se trataba de un intento de blanquear con filantropía los beneficios obtenidos de forma éticamente irregular. Sin embargo, el tiempo no les dio la razón y las actividades de la Fundación contribuyeron de forma indiscutible al avance de la cultura. Como ejemplo en ciencia la creación de la Universidad de Chicago que ya ha dado 91 Premios Nobel y en las artes el Centro Rockefeller en Manhattan con actividad en áreas tan necesarias como la innovación, la salud, el poder o la generación de empleo.

Se podrían citar cientos de casos de grandes filántropos que han sabido devolver a la sociedad la inmensa mayoría de lo que la sociedad les permitió obtener previamente. Muchos han donado más del cincuenta por ciento de su fortuna y otros la totalidad. En los EEUU, sumando la financiación anual de origen filantrópico se estima en el 2% del PIB, 370.000 millones de euros, 25 veces el gasto total en I+D efectuado en España en 2017. ¡Ojalá cundiera más en España la filantropía!