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Billete de vuelta

Un recuento de tebeo

A la vista de la arrancada bananera que nos ocupa, parecería que el Ministerio del Interior encargó el recuento electoral del pasado domingo, con abundante baja temeraria, a Pepe Gotera y Otilio, sociedad limitada; salvo que en esta ocasión las chapuzas no se hicieron a domicilio sino en la sacrosanta sede democrática de colegios electorales de Biedes, Villaviciosa y Pancar, donde la impresión ciudadana es que se contó con los dedos, en urnas de juguete de la señorita Pepis.

Parecería también que el traslado del recuento a las respectivas sedes judiciales desde los colegios señalados por el pucherazo se lo encargaron al botones Sacarino, que para dar cumplimiento a su labor se desplazó, todo lo raudo que permite la movilidad del Pleistoceno, en el Rocomóvil de los hermanos Macana. Y ya que circulamos por carreteras asturianas de los "Autos Locos", nadie se asemeja más a Penélope Glamour al volante de un bólido de color rosa con accesorios maquillantes que Teresa Mallada, candidata de un partido que ocupa el ático de la 13, Rue del Percebe.

Que Puigdemont salga elegido en un pueblo de Piloña o se encumbre al PNV en sede maliayesa solo es factible si el presidente de mesa de Biedes es Rompetechos, auxiliado en las vocalías por las hermanas Gilda, mientras Carpanta reparte los bocadillos del asueto de media mañana.

O sea, que este bochornoso espectáculo hay que achacárselo al Ministerio del Interior, que parece haber trasladado su sede al cuartel general de la TIA, al mando del Superintendente Vicente. El titular de la cartera de los donuts, Grande-Marlaska, debería abrir una investigación que limpie el honor mancillado por un recuento "a la etíope" y rehabilite el prestigio de un país que ha quedado a la altura del betún de Judea. Para resolver con acierto semejante desaguisado, nadie mejor que el agente Anacleto.

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