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Martí

Antibotànic

La Royal Geographical Society mantiene su prestigio intacto. Además de ser una institución clave para aquellos míticos exploradores del siglo XIX, hoy en día apoya la enseñanza y promueve expediciones científicas contra el cambio climático. Su influencia en el devenir de la sociedad británica ha sido clave también en la recuperación de entornos degradados como los puertos. La asociación de mentes privilegiadas ha sido imposible en una sociedad postagraria como la nuestra, y solo se premian individualidades, incluso en el adormilado ámbito universitario. Si los geógrafos valencianos hubieran sido capaces de juntarse, la ordenación territorial nos hubiera ido mejor. Ahora se presenta un debate interesante sobre la franja marítima de València, oculto por intereses navieros y por una corta visión de todos los actores municipales. La ciudad se juega su futuro, entre ser una urbe asiática, o explotar su encanto turístico. Sin embargo, el actual responsable de la autoridad portuaria quiere obviar esa discusión por la política de hechos consumados. Algo que ya hizo con la venta del Valencia CF, inaugurando un proceso de despotismo populista contrario a la mínima transparencia, que encima quitó para siempre el poder de decisión de los valencianistas. Pretende hacer mismo, saltándose las instituciones democráticas y por su puesto la opinión de la ciudadanía. Su ejercicio público está bajo mínimos, pero como siempre la responsabilidad está en quién lo nombró, influido por el lobby de siempre, igual que todos los anteriores presidentes del puerto, con la paradoja de ser el cargo más contrario a las tesis del Botànic nombrado por el gobierno progresista. Se supone que aquellas urgencias y su polémica gestión contarán a la hora de ratificarlo o agradecerle los servicios prestados. Con independencia de lo que decidan Ábalos, Puig y Ribó, está claro que los intereses mercantiles del Puerto no pueden estar por encima del interés general. Si hasta la movilización vecinal impidió en el final del franquismo que el cauce del Turia fuera una autopista. ¿Estamos peor que entonces?

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