No es de extrañar que muchas personas desprecien a los humanos y prefieran a los animales. Las redes sociales son la excusa del tiempo que llega a todos los lugares...

Hace pocos días, junto al escarpado terreno de Twitter, vi a una madre haciendo un vídeo para su ex pareja. La desalmada de ella le estaba dando bofetadas a su hija y tirándole del pelo, mientras decía «mira lo que hago con tu hijita, no la quiero». Los hechos no han ocurrido en España, por lo visto las imágenes son de Perú, aquí, afortunadamente, los niños están muy protegidos, pero miren lo que pasa en otros lugares del mundo...

Qué de hombres sufren en silencio el chantaje de muchas mujeres. A día de hoy, según están las cosas, ser hombre es nacer con el pasaporte de maltratador, aunque la gran mayoría de ellos no lo sean. No, no es justo usar a los niños para impulsar la maldad celosa entre hombres y mujeres. Los niños establecen su patria junto al amor, por lo tanto, es obligatorio alejarlos de cualquier cuchillo que corte su bienestar.

Las parejas, no todas, tienen la mala costumbre de dañarse cuando se termina la relación. Sin respetar el tiempo compartido juntos, los hijos, las vivencias y un largo etcétera. El respeto debería ser consecuencia del cariño, y por supuesto, ser medida de tiempo que jamás finaliza. El amor que al entrar en agonía tiene ganas de dañar es sorpresa de malos actos... Los hogares deben ser hogares, no antros domésticos con ganas de camorra; es importante no dejarse vencer por absurdos arrebatos que a veces terminan en tragedia.

Ojalá tuviera cerca a la niña de Perú, soy madre, y me devora por dentro recordar aquellas imagines. En fin... Hay hijos de puta e hijas de puta, que no se le olvide a nadie.