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El desafío de la ONU

Para qué sirve la Organización de Naciones Unidas (ONU), es una pregunta que resuena desde hace bastante tiempo, y no solo a nivel del ciudadano de la calle. Este organismo internacional que nace en el año 1945, después de la segunda guerra mundial y con el propósito de ser el instrumento de naciones que evitara en el futuro una conflagración de magnas y trágicas dimensiones, es cuestionada por los expertos internacionacionalistas y resulta lejana al ciudadano. Las causas de esa apreciación se basan en las ideas de que se trata de un «club» en el que hay socios de primera y socios de segunda en el que los primeros tienen el poder de decidir en función de sus intereses, y en el hecho de que los países integrantes pueden incumplir impunemente sus resoluciones.

Quedan a salvo de esa consideración negativa los conocidos Cascos Azules que son las fuerzas de paz desplegadas en las misiones de Naciones Unidas alrededor del mundo que actúan desde 1971. Según los últimos datos, estas fuerzas de paz, están formadas por aproximadamente 110.000 miembros entre personal militar, policial y civil, desplegadas en diferentes misiones internacionales. La importancia de sus funciones confirman su necesidad pues, aparte del mantenimiento de la paz y la seguridad, han de facilitar los procesos políticos, proteger a los civiles, promover los derechos Humanos o asistir al restablecimiento del estado de derecho. Nuestro país lleva treinta años participando en operaciones de mantenimiento de la paz que comenzaron con la misión en Angola.

La Resolución 57/129(2002) de la Asamblea General designó el 29 de mayo, como el «Día Internacional del personal de la Paz de la ONU», para rendir homenaje a los hombres y mujeres que han servido y siguen sirviendo en esas operaciones de mantenimiento de la paz. Bajo el lema de este año «Proteger a los civiles, proteger la paz», se celebraba hace unos días el homenaje en el centro de Naciones Unidas de Valencia en Quart de Poblet. Me refiero al Centro de las Naciones Unidas de Tecnología de la Información y de las Comunicaciones, dirigido por Michel Bergeron, y posiblemente un gran desconocido para muchos valencianos. Este centro se encarga de proporcionar servicios operativos de comunicación para la coordinación entre las sedes de la ONU y las misiones de paz. Si dicha función ya es de por sí importante en estos tiempos, no lo es menos en lo que a nosotros nos atañe, que la mayor parte de su plantilla de trabajadores sea de nuestra Comunidad y que provengan de la Universitat Politècnica de Valencia, sin contar con los empleos indirectos que genera.

Además, los estados miembros de la ONU aprobaron en el año 2015 la denominada Agenda 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esto supone el compromiso de los Estados de establecer alianzas, realizar actuaciones y financiarlas destinadas a acabar con la pobreza, favorecer el crecimiento económico y dar respuesta a las necesidades sociales.

Me comentaba Inocencio Arias, embajador de España, y que fue el representante de nuestro país en el Consejo de Seguridad de la ONU durante siete años ( de 1997 a 2004), que «La ONU es una organización necesaria por sus objetivos, es muy importante, pero su balance es mediocre entre otras razones porque tienen en ella demasiado poder los cinco grandes países fundadores: Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia».

Generar y mantener la confianza y el respeto del ciudadano en instituciones internacionales de esta magnitud, pasa por desarrollar una labor de trasmisión de su necesidad, efectividad y con trascendencia en la vida cotidiana de las personas.

Y es que la ONU podría ser un organismo potente, capaz de evitar guerras y hacer efectivos los objetivos de desarrollo sostenible. La reforma profunda de su organización interna y de sus órganos de decisión, sería una medida, reclamada a gritos, que la fortalecería la credibilidad de sus actuaciones. ¿Para cuando?

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