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Julio Monreal

Menos es más

Decididos ya el qué, el cómo, el cuándo y el dónde, los tres socios el Botànic II ofician entre hoy y mañana las ceremonias del quiénes, con la toma de posesión del presidente Ximo Puig para un segundo mandato y la proclamación de los miembros del nuevo Consell.

Finalmente, la alineación estará compuesta por 12 hombres y mujeres (seis y seis), dos más que en el Ejecutivo saliente, para hacer posible que Unides Podemos ostente dos carteras y el PSPV-PSOE dirija tantos departamentos como la suma de sus dos socios, Compromís y los morados. Un 6-4-2, en lenguaje futbolístico.

El resultado de las negociaciones para la elaboración de un programa de gobierno y la formación del nuevo Ejecutivo valenciano dista apreciablemente de las sensaciones proyectadas en la noche electoral de 28 de abril pasado. Los últimos son hoy los primeros y al revés. Los perdedores de aquella madrugada, Unides Podemos, con sus ocho diputados y un retroceso que se agudizó en las elecciones municipales y europeas de hace tres semanas, se pasean hoy bien satisfechos con sus dos carteras en el Consell, una de ellas con el aditivo de vicepresidencia segunda de la Generalitat. El partido de Rubén Martínez Dalmau, portavoz parlamentario, y Antonio Estañ, secretario general de la formación en la Comunitat, ha obtenido mucho más petróleo del esperado en el marco de las negociaciones para la formación del Gobierno de España entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Es lo que tiene ser los primeros en celebrar elecciones autonómicas, como decidió Puig al anticipar los comicios. También hay que ser los primeros en constituir legislativos y formalizar pactos. Es como si los socialistas valencianos hubieran tenido que ser especialmente generosos con Unides Podemos como un gesto hacia los negociadores de la Moncloa. Porque lo que será la vicepresidencia segunda, la coordinación de la lucha contra el cambio climático, las competencias en Vivienda y toda la Conselleria de Transparencia más el área de Memoria Histórica iba a ser simplemente alguna secretaría autonómica dentro de una conselleria de Compromís o del PSPV-PSPV y un par de direcciones generales a tenor de los cortos resultados electorales obtenidos por los podemistas.

En Compromís, la negociación se salda básicamente con lo que sus consellers ya gestionaban en los últimos cuatro años, excepto las competencias sobre universidades, que salen de Educación para formar parte del área de Ciencia e Innovación, una sexta cartera para los socialistas, y Transparencia, que pasa a Unides Podemos. Mónica Oltra y los suyos han quedado prácticamente en tablas en el Botànic II, aunque podría decirse que es precisamente la líder del partido naranja la que más pierde, en el sentido de visibilidad y protagonismo, al abrir la puerta a una segunda vicepresidencia para Unides Podemos en un Consell con dos miembros más pero en el que Compromís pasa de cinco carteras que ya llevaba a cuatro.

Entre los dirigentes socialistas valencianos conviven las lecturas más satisfechas y las más críticas con los resultados de las negociaciones botánicas. En la primera se subrayan las seis consellerias, incluida la presidencia, que quedarán en manos del PSPV-PSOE, y también que del presupuesto autonómico global los del puño y la rosa gestionarán 644 millones más mientras el socio más fuerte, Compromís, cede el control sobre 934 millones de euros. Ese movimiento se debe al traspaso de las competencias en universidad, que caen del lado de los socialistas. Engrosarán las cifras y estructuras al servicio de uno de los tres principios del nuevo Govern, el del crecimiento económico basado en la innovación y el respeto al medio ambiente, expuesto por Ximo Puig con sumo énfasis en su discurso de investidura de esta semana, junto a los de igualdad y democracia.

Sin embargo, quienes hacen una lectura menos triunfal del resultado para los liderados por Puig señalan que no queda suficientemente marcada en el Ejecutivo la ventaja cobrada por los socialistas sobre sus dos socios en las elecciones, y que el presidente no ha utilizado ese avance electoral para resolver algunos de los problemas con los que ha lidiado en el primer Botànic, como el control sobre la gestión ambiental, importante para aprovechar oportunidades económicas y de empleo, que no solo se mantiene en la órbita de Compromís sino que se refuerza con las posturas más radicales de Podemos en ese campo. El presidente tiene siempre palabras de esperanza para el sector empresarial de cara a nuevas inversiones o mantenimiento de las existentes, pero sus consellers le desmienten con sus resoluciones y sus reservas hacia todo lo que signifique colaboración público-privada.

Seguramente para neutralizar ese aroma de oportunidad perdida y avisar a navegantes, Ximo Puig insiste desde su investidura en que su Govern será uno solo, único. Parece una afirmación lógica, innecesaria, pero no lo es. El principal temor de los socialistas en este segundo Botànic es que los socios gestionen sus áreas con absoluta independencia y autonomía, tratando de subrayar qué partido gestiona cada campo e intentando rentabilizar sus resultados positivos, en vista de que los dos, Compromís y Unides Podemos, han perdido peso electoral y el del presidente de la Generalitat ha aumentado el suyo tras cuatro años de gestión. El líder socialista quiere ser ahora el presidente de todas las áreas, el que tiene la responsabilidad máxima no solo de las conselleries de su partido sino de las de los socios, y pretende ejercer el seguimiento de todas las carteras. Habrá más tensión, eso está claro. Detrás de los abrazos oficiales hay mucha reserva. Oltra no perdona ni perdonará el adelanto electoral autonómico, y libra una dura pugna interna con los jóvenes coroneles del Bloc. Y Unides Podemos necesita demostrar que además de predicar sabe gestionar. Todos sacarán las uñas y enseñarán los dientes.

Enrique Esteve se marcha antes de llegar

El presidente de Lo Rat Penat, Enrique Esteve, elegido concejal en la lista del PP al Ayuntamiento de València que encabezaba María José Catalá, ha cogido las de Villadiego antes de tomar posesión de su acta. Esteve, cuyo fichaje por los populares fue adelantado en esta misma columna, prefiere centrarse en la atención a la entidad cultural centenaria que preside, al considerar que puede desempeñar un papel más activo en ella que como concejal de la oposición en su cruzada contra lo que él llama políticas pancatalanistas de los gobiernos municipal y autonómico. Mal favor hace a la política y a sí mismo esa actitud de Esteve y de quienes como él se ofrecen a los ciudadanos para representarlos en las instituciones y luego no respetan el propio mandato de las urnas, que ponen a cada uno en el lugar que los votantes deciden. Una asociación señera y centenaria como Lo Rat Penat merece todo el respeto por su historia y su trayectoria, pero no tiene más legitimidad que el Ayuntamiento de València para desarrollar políticas culturales ni de ningún tipo.

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