La celebración de cada 21 de junio como Día internacional de la música me suele llevar a la realización de un ejercicio mental de repaso de muchas de las actividades internacionales que he tenido la suerte de vivir merced al camino que he desarrollado como dirigente de las Sociedades Musicales valencianas y sus Bandas de Música en la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV).

Aunque pudiera parecer que el camino natural iniciático del desarrollo internacional de este movimiento asociativo debía imbricase en los temas artísticos, lo cierto es que fueron temas de cooperación internacional lo que nos acercó a mostrar al mundo de manera relevante lo que las Sociedades Musicales representan para nuestro territorio, hace ahora poco más de diez años.

Así, llegamos a la actividad internacional de la mano de proyectos de cooperación de la AECID en la época del Presidente Zapatero. Tras esto, y siempre antes de la llegada de Rajoy que acabo con todo ello, la FSMCV recibió financiación directa de los presupuestos generales del Estado para actividades internacionales. Eran los tiempos de la pre-crisis.

Cambiar armas por instrumentos musicales en Colombia era uno de los objetivos del Plan Nacional de Música para la Convivencia (PNMC) que el gobierno centroamericano concibió como una de las líneas principales de su actuación hace unos quince años y que todavía pervive con gran éxito para amplísimos territorios de esa región. En la implantación de dicho Plan colaboró la FSMCV y siempre nos quedará el orgullo de haber aportado un pequeño grano de arena en la siempre difícil pacificación del país andino. Pero hubo mucho más.

Compartir inquietudes en las mesas de trabajo de algún que otro Congreso Iberoamericano de Cultura junto a más de una veintena de ministras y ministros del ramo, o viajes al sureste asiático, nos hicieron en su día ver la auténtica dimensión de la Música como instrumento para la inclusión social tanto en zonas rurales como urbanas. Al mismo tiempo, como aprendizaje fundamental para nosotros, tuvo el efecto revelador de mostrarnos el hecho de que los trabajos se realizan mayoritariamente de forma aislada, incluso a nivel de Ministerios de Cultura, y que toda esta actividad suele llevar asociada la constante “reinvención de la rueda” que supone el intentar descubrir los mecanismos que sustentan y permiten que la Música sea usada, como la mejor diría yo, de las actividades de trabajo grupal que lleva a la inclusión social de amplísimas capas de sociedad en territorios desectructurados y, en zonas con otras realidades ciudadanas, como el mejor instrumento para una activa participación e integración de las personas en la sociedad que les rodea.

MUSIAC (Music for social inclusión and active citizenship) es el sueño de agrupar en una entidad supranacional a todas aquellas entidades que en el mundo utilizan la Música como instrumento para mejorar la vida de las personas. Solo con compartir lo que se está haciendo tenemos por delante una tarea titánica y un proyecto de años, que con el tiempo también deberá generar conocimiento experto sobre el tema.

Los valencianos, que llevamos más de doscientos años vertebrando nuestro territorio con estas entidades musicales presentes en el 95% de los municipios valencianos de más de 500 habitantes (553 Sociedades Musicales en un territorio de 543 municipios, de ellas un 1% bicentenarias y un 31% centenarias, que agrupan a 60.000 alumnos en sus escuelas de música y 40.000 músicos en sus bandas y otras realidades artísticas, son sustentadas por más de 200.000 socios, en un territorio de 5.000.000 de personas) tenemos la autoridad moral, cuando no la responsabilidad universal, de luchar por la creación de esta entidad.

Ahora desde el Senado español pudiera ser que un proyecto como éste fuera impulsado por nuestra Cámara alta como muestra de lo que nuestra España de la Cultura y nuestra España de la Cooperación pueden aportar a un universo globalizado.