«Murs com banderes que estrenyen/camins o pedres ferides,/crits de calç, ombres dormides/que apenes si el dia atenyen».

Jaume Bru i Vidal, Sagunt-1960

Cuando Émile Zola escribió en 1898 «es un crimen confundir a la opinión» en su alegato -sobre el «affaire Deyfus»- se pronunció contra la injusticia y la falsedad de las conjuras tendenciosas. Fue un escritor solo frente a la confabulación judicial y militar del Estado francés. Y ganó. Sólo hay un camino para hacer frente a la desinformación. Las nuevas tecnologías lejos de aproximar los contenidos al individuo, elevan muros de alejamiento y contribuyen a amañar los mensajes. La opinión pública no se mueve a favor de la corriente, sino en su contra, para ser considerada como tal. Contra el pensamiento único, contra las tendencias dominantes, contra los grupos de presión. El cantautor Léo Ferré afirmaba, que el intelectual, siempre ha de decir no, hasta cuando no queda más remedio que decir sí. Aceptar no es renunciar a la crítica ni al pensamiento.

Desinformación. Fue en la leal ciudad de Xàbia, con el revalidado alcalde socialdemócrata, Josep Chulvi, de anfitrión. Participaron primeros espadas: Hervè Falciani -desvelador de los papeles de Panamá-, el juez Baltasar Garzón y el ministro de Ciencia, Pedro Duque. El ministro exaeronauta, incidió en la necesidad de inculcar a los más jóvenes las claves para cribar los flujos de información que circulan por medios de comunicación y redes sociales. Las noticias desfiguradas, las trabas al libre acceso a los circuitos de masas, los rumores, las calumnias, el dirigismo de un sistema resuelto a imponer su pensamiento único. La corriente dominante impuesta en los temas cruciales de nuestro tiempo.

Perversos. Lo demás todo acaba siendo, según los círculos del poder, populismo o vectores perversos. No hay nacionalismo más exacerbado y planteamiento populista más histriónico, que el que exhibe Donald Trump, presidente de los EEUU. Siguiendo su estela, los promotores del Brexit, con el aspirante a premier británico, Boris Johnson o el líder del partido ultranacionalista Ukip, Nigel Farage, con su correligionario George Batten. Todos ellos jaleados por Donald Trump, en el fervor angloamericano contra los valores confederales esenciales en la Unión Europea. Concebida como el resorte eficaz para preservar la paz en Europa y en el mundo. Los nacionalismos, entre los que destacan el británico, el austríaco, el italiano de Salvini, el de la derecha retrógrada española, el húngaro, el polaco el francés de Le Pen, ven en la fortaleza europea el adversario más eficaz contra sus delirios de autarquía e involución. Que dieron lugar a dos grandes guerras del siglo XX, con alcance mundial y millones de víctimas.

Deconstruir. De nada servirá la concienciación del problema en estos encuentros, con unas decenas de asistentes, sensibles de antemano a la gravedad del problema. En plena era de redes sociales, crece el riesgo de pervertir la comunicación. La subsistencia de la prensa y los medios de informativos es compleja y difícil. Compleja porque se ha perdido el solapamiento de profesionales y soportes para la información. Difícil por la competencia publicitaria de las plataformas digitales. Los filtros se han de poner para descubrir, preservar, analizar y purificar la información. Las noticias sobre hechos requieren responsabilidad -firmas- y contraste de las fuentes informativas. El tratamiento de las palabras y los enfoques exigen formación, eficiencia profesional y ponderación en su aplicación. Los medios de comunicación han de tener definida su línea editorial más allá de la conveniencia frente al poder económico y político.

Herencia. El encuentro de Xàbia fue la herencia debida del exconseller de Transparència, Manuel Alcaraz. Los mejores se van. La colaboración de las universidades Politécnica de València y la Oberta de Catalunya, oportuna y fecunda. Participaron Nacho Calle, de Maldita.es y Lorena Baeza de Newtral -para la neutralización de las noticias falsas-. Baltasar Garzón reafirmó que la mentira está instalada entre nosotros, por un sistema que sí obedece a un plan. Estamos en un contexto informativo en el que se suceden los pactos «secretos» que conocen todos y ruedas de prensa, a derecha e izquierda, donde no se admiten preguntas de los periodistas, generando un espacio de desconfianza. La principal conclusión del simposio fue el repudio de la utilización del término fake news para referirse a información malévola. Concepto confuso que se utiliza para despreciar la confrontación de criterios que pueda resultar molesta para el emisor de opinión e información tergiversadas.

El juez Baltasar Garzón confirmó que el 86% de los españoles carece de criterio para saber lo que es verdad o mentira. No discierne. Sólo el 14% están preparados para saber lo que es cierto en los contenidos de los medios de comunicación y en redes sociales. En el encuentro de Xàbia se concluyó: el único remedio es conseguir la formación de los ciudadanos - especialmente los más jóvenes—para enseñar a leer los contenidos y escoger los medios y soportes más fiables. El Gobierno de Pedro Sánchez, los ministerios -Pedro Duque- y las conselleries -Vicent Marzà- tienen la palabra. Para eso se necesita convencimiento, trabajo y dinero. El que ha se conseguir el conseller de Hisenda, Vicent Soler. Frente a una advertencia terrible: no interesa lo que nos hace reflexionar.