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En voz alta

Salvem À Punt

Es rigurosamente cierto que el sistema audiovisual es muy complejo y competitivo y que, por tanto, abrirse camino con un nuevo proyecto no es una tarea sencilla. Pero no lo es menos que pasado más de un año desde la puesta en marcha de À Punt ya hay suficientes elementos de juicio sobre la mesa para estar muy preocupados por su presente y futuro.

Todos sabemos que la gestión de Canal Nou en la época de gobiernos del PP fue nefasta plagada de falta de profesionalidad, manipulación informativa, despilfarro y hasta presuntas corrupciones todavía pendiente de juzgar. El último presidente popular, Alberto Fabra, hizo un intento de reconducir aquello pero acabó con la peor de las decisiones en forma de cierre. Aquello provocó, además de enormes críticas, una inédita reacción liderada por trabajadores y partidos de izquierda que consiguió movilizar incluso a gente que vivía ajena a la televisión autonómica.

Tras aprovechar aquel estado de opinión durante la campaña electoral de 2015, los partidos del Botànic cumplieron su compromiso de crear un nuevo ente. El problema es que lo hicieron pensando más en el pasado que en el futuro sin aprovechar aquello de hacer de la necesidad virtud para empezar de cero y hacer unos medios que pudieran anticiparse a los retos del 2020 o de 2030 y no anclarse en los de 1989 cuando empezaron las emisiones de Canal 9.

Desde el principio solo se pensó en dar trabajo a empresas y personas del sector, algo fundamental pero que no debería ser el objetivo sino la consecuencia de desarrollar un modelo moderno, competitivo y viable de servicio público. Por cierto, a este respecto un par de consideraciones. Se ha desperdiciado una oportunidad de oro para que trabajen allí muchos más jóvenes muy bien formados. Además bastantes productoras deberían saber que su viabilidad pasa por conseguir más trabajo fuera y no limitarse a À Punt como único cliente, algo evidente en cualquier ámbito empresarial.

Pasado ya de largo el periodo de rodaje y de margen de confianza, nos encontramos ahora con una televisión que no solo tiene poca audiencia e influencia sino que es incluso desconocida por una parte importante de los valencianos. Después de criticar duramente a sus antecesores, los únicos éxitos han sido las retransmisiones de fiestas populares, títulos futbolísticos y la reposición de L’Alquería Blanca.

Los directivos, algunos consejeros y unos cuantos políticos echan toda la culpa a la falta de presupuesto olvidando un principio fundamental en cualquier empresa y mucho más si es pública. La actividad y los objetivos se fijan en función estrictamente del dinero que dispones. Nadie con un mínimo de responsabilidad monta una estructura o una programación muy por encima de los recursos que puede utilizar. El anuncio de la retirada de alguno de los programas estrella porque se hayan acabado los euros cuando solo llevamos 6 meses del año es gravísimo. Parece bastante evidente que se quiere crear un ambiente de presión para dotarles de más medios de forma inmediata. A mi juicio hacerlo ahora sería una irresponsabilidad. Primero hay que repensar bien el modelo, los objetivos y la forma de desarrollarlos como haría -insisto- cualquier empresa y máxime una que maneja recursos públicos que, por cierto, cabe recordar son muy escasos en la administración valenciana. Además, emulando la famosa reflexión en la negociación del Botànic del orden qué, cómo y quién, aquí debería saberse primero que se quiere hacer y luego ver si es conveniente aumentar la partida en el presupuesto de 2020. El problema es hacerlo ahora con toda una estructura y modelo puesta en marcha. Sin embargo, no se puede mirar hacia otro lado aplazando las soluciones y abocando a un proyecto tan necesario para nuestra autonomía a un nuevo desastre.

Por cierto, me cuenta una amiga que la decisión de la líder provincial del PSPV, Mercedes Caballero, apoyando la continuidad de Toni Gaspar al frente de la Diputación de València supone un paso al lado y no atrás en su guerra contra Ximo Puig que sigue siendo su objetivo en el medio y largo plazo siempre y cuando, por supuesto, tenga los apoyos necesarios y el visto bueno de Sánchez y Ábalos de cara al próximo congreso de los socialistas valencianos.

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