Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

¡Qué derroche ser la Pantoja!

No hacía falta que Isabel Pantoja hubiera ido a “Supervivientes” ni que la hubieran lanzado desde un helicóptero. Ya sabíamos que es una superviviente mucho antes de entrar en el programa porque la hemos visto llegar hasta esa imagen hecha de barro húmedo desde que era virgen y blanca, viuda y negra, arco iris y encarna del monte, gil marbella y dinero encalado, chándal y Alcalá de Guadaira.

Con esos antecedentes, bien hubiera sido madrina del programa, un cargo honorífico, que no todo van a ser cargos penales, pero los-que-saben tienen muy claro que la gente paga por ver esto, que Pantoja cobra por ser vista y la han llevado a Cayos Cochinos, a una isla desierta atestada de concursantes, cámaras, técnicos de sonido, electricistas, productores, servicios de catering, guionistas, etcétera.

Se ha publicado que Isabel Pantoja ha embolsado en su bañador 800.000 euros en dos meses de programa. La cantidad es buena, aunque, llevada al precio por hora, salen 480 euros, y eso es una baja sustancial en su caché de cantante. A cambio, no tiene que cantar. (¿Qué hay que pensar cuando te pagan por no hacer lo que sabes?)

La naturaleza digestiva del programa, en el que la trama es la comida, se nota en que acaba en evacuación. La presencia de Pantoja en la isla ha tirado del programa y de la cadena, en audiencia y el dinero se da por bien pagado. Equivale a los salarios medios de dos meses de 320 personas con contratos temporales, pero con ellos sólo haces una sociedad de mierda, como se suele decir, no un programa basura, como se suele llamar.

El cálculo revela que ser Isabel Pantoja es un derroche, siempre ganando, heredando, defraudando, vendiendo de todo, y siempre parece que lo necesita más de lo mucho que lo quiere.

Compartir el artículo

stats