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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

Sánchez o no Sánchez

La redundancia del titular busca su disculpa en la necesidad de remarcar que un nuevo Gobierno de Pedro Sánchez supone un éxito personal del candidato, en tanto que una investidura frustrada también tiene al líder socialista como único culpable. La tautología «o Sánchez o no Sánchez» enfatiza asimismo la incorporación tardía del segundo miembro de la disyuntiva. La hipótesis de que el PSOE desaprovechara los felices resultados del 28A no figuraba en el balcón de Ferraz aquel domingo. Tampoco constaba en las tesis del avalista Ábalos, «o Sánchez o Sánchez». Al igual que sucedió con el referéndum catalán, que solo maduró de movilización ilegal a golpe de Estado semanas después de producirse, la primera duplicación de elecciones generales en un mismo año floreció con retraso.

El médico le ha prohibido a Sánchez las emociones fuertes de un Gobierno de colisión con Podemos, más extrañas resultan las propuestas de una coalición con un socio preferente de Vox, llamado Ciudadanos. El presidente está en su derecho, una vez que ha simplificado el PSOE en PS, iniciales de su nombre y apellido. A cambio, no puede descargar su inhibición sobre las diferencias entre socialistas y emergentes a la hora de desenfocar el problema catalán.

A nadie se le oculta que un ejecutivo con ministros del PSOE y de Podemos no alcanzaría la armonía del Gobierno donde convivían en perfecta sintonía Cospedal y Soraya. O Alfonso Guerra y Jorge Semprún, por citar un precedente de cooperación del socialismo con independientes. Un presidente que derrotó simultáneamente al sistema entero, a Rajoy y sobre todo a Susana Díaz, ha de explicar su vértigo repentino, ausente en las jornadas de celebración de unas generales en que dobló a su perseguidor. Y si se trata de equilibrar, siempre puede rescatar a Solbes para compensar el gabinete hacia la moderación.

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