Desde las pasadas elecciones de mayo —o incluso más si tenemos en cuenta el largo período de campaña y precampaña que las precedió— hasta el día de hoy cuando, al menos a nivel autonómico, se ha dado por cerrada la etapa de negociaciones entre los distintos partidos políticos llamados a gobernar, han transcurrido varios meses de paréntesis en la toma de decisiones de calado en la Generalitat Valenciana. Es momento de que el Consell vuelva a poner en marcha su maquinaria para abordar todos los debates que quedaron pendientes, establecer prioridades y fijar políticas públicas pensando en la Comunitat Valenciana y contando con el apoyo y la visión de la sociedad civil.

Las organizaciones empresariales, así lo hace la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) con sus organizaciones sectoriales y territoriales a la cabeza, debemos colaborar con nuestras propuestas a generar riqueza, disminuir las desigualdades, mejorar el bienestar de la ciudadanía, favorecer un progreso que ha de ser sostenible, fomentar la cohesión social y cooperar en el desarrollo de una sociedad justa, alejada de extremos. Aportemos nuestro conocimiento, facilitemos el diálogo, no rehuyamos el debate, pero hagámoslo desde la moderación, esa moderación que desde la transición política tanto ha contribuido a la convivencia y la estabilidad, elementos básicos para el crecimiento de nuestra economía y también de nuestra sociedad.

La Generalitat siempre nos tendrá a su lado para defender aquellas medidas que dinamicen nuestra economía y contribuyan al bienestar social. Trabajaremos por encontrar puntos de encuentro en esa dirección, del mismo modo que rechazaremos cualquier idea que, con la pretensión de recuperar un aroma revolucionario innecesario, se aleje de los consensos alcanzados y en nada beneficie al progreso de nuestro territorio.

Será muy difícil avanzar sin estabilidad política, estabilidad como la que hemos vivido en los últimos años en esta Comunidad. La política tiene el mandato de la sociedad de resolver sus problemas, no puede convertirse en un obstáculo para encontrar soluciones. En la pasada legislatura, esa ecuación no siempre se resolvió de forma correcta. Desde determinadas áreas del Consell se ralentizaron planes y proyectos que, en nuestra opinión, la del mundo empresarial, son ineludibles para la creación de empleo. Tampoco ayudó que ante determinadas situaciones se lanzaran mensajes contradictorios que no hicieron más que generar alarmas injustificadas.

Son ya innumerables las ocasiones en las que hemos recordado que, para generar actividad, para atraer inversiones, para crecer, las reglas del juego no pueden cambiar a mitad de la partida. Es más, ya no basta con tener seguridad jurídica, también precisamos "seguridad política", es decir, la seguridad de que las ideas y posturas que hagan peligrar el crecimiento de nuestra economía se encontrarán con la oposición de aquellos capaces de ver más allá de unas siglas políticas, de un programa, o de unos intereses cortoplacistas. Hemos visto estos días como algunos dirigentes del Consell se han estrenado rechazando inversiones foráneas, aplaudiendo ilógicas reversiones, cuestionando la colaboración público privada, tan necesaria para esta sociedad que busca fórmulas eficientes ante los graves problemas de financiación que sufre la Comunidad, y abonando, por tanto, un nuevo marco de incertidumbre que esperemos sea pasajero.

La política debe dibujar un terreno de juego en el que los demás actores: organizaciones empresariales, sindicales, asociaciones culturales, cívicas, colectivos de todo signo, se sientan a gusto, facilitando el equilibrio del tejido social y productivo. Es ese un fin esencial de la política en una sociedad madura.

Una buena gobernabilidad permitirá no sólo garantizar la sostenibilidad del crecimiento, sino también mejorar la competitividad del tejido productivo y la equidad en el tejido social, y, por tanto, alcanzar un desarrollo social y económico sostenible y equilibrado. Desde la CEV, entendemos que es sobre esos principios sobre los que debe sustentarse la economía de una sociedad moderna, y en ese sentido trabajaremos para evitar cualquier obstrucción que ponga en peligro la estabilidad y el equilibrio imprescindibles para el progreso.

El gobierno autonómico debe consolidar en esta legislatura, que vendrá marcada por un contexto económico más complicado que en la anterior, un proyecto social y económico con vistas a largo plazo, con planes sólidos capaces de anticiparse a los retos futuros. Planes que contemplen no sólo la redistribución de la riqueza, que también, sino la generación de la misma.

En este proyecto las empresas de la Comunitat Valenciana y la CEV como su representante autonómico, estaremos, desde la lealtad, donde nos corresponde. De mano de la digitalización, los avances tecnológicos, y la innovación, y con la ayuda de las políticas del Consell, haremos que las empresas de nuestra Comunidad lleguen a lo más alto. Y estoy seguro de que los conseguiremos si además apostamos por una cultura empresarial que recupere los valores tradicionales de nuestra tierra: la honestidad, el espíritu de sacrificio y la valentía, atributos que heredamos de nuestros antepasados capaces de levantar el tejido empresarial de esta Comunidad sobre el andamiaje del esfuerzo y la convicción de que con trabajo todo es posible. Ésta tiene que ser nuestra apuesta y, además, sin tiempo que perder.