Con gran placer, y espero que provecho, me he leído Quan em jubilaré, de Tobies Grimaltos, escriptor i filòsof intermitent. Es un librito (me refiero al tamaño) excelente: el discurso fluye, su valenciano es envidiable y asistimos en la lectura a una síntesis afortunada de inteligencia clara, bondad manifiesta y humor soterrado: algo aproximado a la sabiduría. El libro no es más que una lista de tareas por hacer y por placer que Grimaltos se propone iniciar o intensificar cuando se jubile, es decir, cuando abandone el «trabajo remunerado», el castigo metafóricamente bíblico. Aunque sólo fuera por el capítulo que le dedica al bambar (eso que otros llaman flâneur), recomendaría su lectura.

Les cuento esto porque el otro día, leyendo la entrevista que Alfons Garcia le hizo a Ximo Puig, y respondiendo a la pregunta del periodista «¿Cómo se imagina al Puig jubilado?», el president contesta: «No me lo imagino. Está bien jubilarse, pero yo no me veo. Tengo mucha ilusión y ganas de hacer cosas en la política y fuera de ella. Igual cambia la situación con el paso del tiempo». Está claro que aquí a Ximo le falta imaginación, cuando plantea la jubilación como un hacer nada desilusionado. No sé si se puede «hacer nada», pero al president le vendría bien leerse a Grimaltos. Uno puede hacer cosas en la política y fuera de ella, con ilusión y jubilado. Que uno cobre sin trabajar y por haber trabajado, no significa que no pueda hacer mil cosas. Por cierto, se lo podría comentar a Joan Lerma, que empezó como el xiquet del Cabanyal y en su primera vejez ya parece un patricio romano. ¡Vivan los trabajos hercúleos del Senado i jo me´n vaig a bambar!

Ya que estamos, y por terminar de alguna manera, ha sido bambando con la camiseta de tirantes y el pantalón corto, que es el atuendo veraniego con el que bambo después de guardar el chándal de entretiempo y las felpas del invierno, digo, decía o diré, cuando me he puesto a pensar a la sombra, frente al escaparate de una ferretería, en el estreñimiento político que padecemos. Me he preguntado, porque sólo así se piensa, ¿por qué no puede haber un gobierno de coalición?; ¿por qué no puede haber ministras de Unidas Podemos?; ¿por qué no se puede hablar y llegar a acuerdos con Esquerra Republicana?; ¿por qué no se puede abstener Rivera para que cese el estreñimiento de todos y que a él se le cure la diarrea?; ¿por qué no pueden entender en el PSOE que muchos les cedieron el voto no porque les guste el cordero, sino porque venía otra vez el lobo?

Ya no me hice más preguntas: entré en la ferretería y me compré unos alicates y unos metros de alambre, y la verdad es que no sé para qué quiero el alambre, aunque unos alicates siempre vengan bien.