Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfons García03

A vuelapluma

Alfons Garcia

El infierno no está tan lejos

No hace falta mirar tan lejos. Nos ojoplatizamos ante las salidas de tono, tan estratégicamente meditadas, de Donald Trump contra los inmigrantes sin papeles, pero el infierno no está tan lejos. Nos compadecemos (un verbo a reivindicar: padecer con alguien) al ver las imágenes de los centros de reclusión de inmigrantes que pueblan la frontera sur de Estados Unidos y el infierno no queda tan lejos. Puede estar a la vuelta de la esquina, en el barrio valenciano de Russafa, en un vetusto y ruinoso complejo policial que incluye, entre otras dependencias, un centro de internamiento de extranjeros: uno de esos CIE que ponen bajo sospecha a las democracias europeas desde su propio concepto. ¿Se puede sostener que ser extranjero es motivo suficiente para ser encerrado 60 días o el tiempo que sea?

Acaba de morir uno de esos «internos» (un eufemismo muy político). Era marroquí, es lo único que hemos sabido de él. Se suicidó el lunes y ahora hemos conocido que lo hizo después de una pelea en la que había sido el objeto de las agresiones de otro grupo de extranjeros. Los funcionarios lo aislaron «provisionalmente», lo perdieron de vista durante unos minutos, según la versión oficial ofrecida por la Delegación del Gobierno, y él decidió quitarse la vida. Y lo llevó a la práctica sin que nadie lo impidiera. Es más que cuestionable que deban existir los CIE, pero lo que no debería ser posible es que sean lo más parecido a unas cárceles en el peor sentido de lo que estas pueden significar, con grupos enfrentados de extranjeros, peleas, habitaciones (¿celdas?) de aislamiento y escasez de personal que cuide de lo que pasa ahí dentro. Seguro que no todos cabemos en Europa y seguro que habrá circunstancias extraordinarias en las características personales del extranjero, pero en el CIE de Zapadores hemos visto hasta motines y, si la información de la entidad CIEs No es cierta, los intentos de suicidio no son nuevos, hubo otro hace una semana. El muerto no tiene nombre, rostro ni edad, pero su historia (fuera su estado psicológico el que fuera) no es muy diferente de las que vemos en los telediarios cruzando el río Bravo hacia el sueño americano. Nunca pensamos que el infierno pudiera estar tan cerca.

Compartir el artículo

stats