«La casa que vull,/

que la mar la vegi/

i uns arbres amb fruit/

que me la festegin».

Joan Salvat Papasseit, 1922

Como a Manuel Ibáñez Escofet me encantaría llegar a especulador de sueños. En contraste con el triunfalismo turístico que se difunde, el paraje de Xàbia está seriamente deteriorado. Se han expuesto y difundido fotografías antiguas de paisajes irreales que separan el entorno xabiense, distantes un siglo de la actualidad. Nada que ver. El panorama se transformó con tres torres edificadas que denuncian el destrozo paisajístico (dictadura, desarrollismo, verticalidad) que nunca se debió consentir: torre del Arenal sobre los restos del castillo), torre del primer Muntanyar y torre del Puerto. Con esos tres mojones, que permanecen en el tiempo, se escenificó hacia donde iba el futuro de una de las zonas más peculiares e interesantes para la oferta turística que ofrece del litoral valenciano. Ya masificado.

Puerto. La primera acción depredadora se consumó con la construcción del actual puerto de Xàbia que inicialmente era de naturaleza pesquera y abrigo para los navíos que por avería o temporal necesitaran recalar. Se destrozó la ladera recayente al Cap de sant Antoni, para utilizarla de cantera para muelles y escolleras. Se acabó así con el puerto recoleto, que dio nombre a la zona como la Caleta. A escasos metros del agua se iniciaba el pasadizo, que todavía existe, construido durante la guerra civil a modo de polvorín-refugio para abastecer a barcos y submarinos. El puerto, competencia de la Generalitat, se dedica en su casi totalidad a embarcaciones e instalaciones deportivo-privadas, salvo un muelle que se reserva para barcas de pesca y lonja. Se ha intentado ampliar el puerto y sus amarres lúdico-deportivos. Ponían en peligro la configuración y el ecosistema de la bahía de Xàbia, ya amenazada -es un sumidero- por el crecimiento descontrolado de edificación, contaminación, achiques y desagües.

Inundaciones. En la bahía de Xàbia desemboca el río Gorgos, por un cauce principal junto a Duanes del Mar (zona del puerto), que ya fue desviado. Tiene un doble ramal-aliviadero que desemboca en la Fontana que dio lugar, hace millones de años, a la ensenada del Arenal. Se ha cometido un reiterado desacato. El cauce tiene un uso múltiple, ajeno al suyo original: constreñido, camino ocasional, abandono. Cuando se producen lluvias torrenciales -cíclicas y habituales- las aguas, que antes se dispersaban por los humedales, ahora inundan y destrozan con violencia, junto al Parador de Turismo. Edificio a modo de murallón de arquitectura ecléctica sobre los Baños de la Reina. La pasada Semana Santa, el agua hizo de las suyas por la barrera impropia del paseo y los locales comerciales. Tras varias inundaciones y riadas, nadie ha sido capaz de evitar los riesgos por avalanchas de agua. Hasta la próxima.

Incendios. En agosto de 2016 se produjo un incendio en el linde con Benitatxell, que se propagó de forma incontrolada. Arrasadas más de 800 hectáreas que, en parte, ya habían ardido diez años antes. El fuego llegó hasta el mar en los términos de Benitaxell y Xàbia. Ahí paró. No calcinó el caserío de la Cala Granadella de milagro. Sí ardieron casas, jardines y vehículos en urbanizaciones. Los incendios, intencionados o no, están directamente relacionados con la actividad humana. Un descuido, algún interés o las psicopatías delictivas pueden dar lugar a tragedias. Especialmente cuando no se ha urbanizado con las suficientes garantías para evitar la propagación de incendios y los medios necesarios para su detección rápida. Es necesario actuar sobre la proliferación descontrolada de pinos -flora no autóctona e invasora que amenaza y levanta calles-. Vigilar los restos de hojarasca y ramas secas -auténticas mechas vegetales- y llevar a cabo podas intensivas de las ramas bajas en terreno público y obligar a que los particulares poden los pinos de su propiedad. Especie arbórea que en un incendio producen el efecto multiplicador de una bomba con explosión del tronco resinoso. Las piñas son su metralla.

Infraestructuras. Con la invasión masiva de visitantes coincide la acción propagandística sobre las escasas zonas de vistas, paisaje y calas. Muy interesantes, pero limitadas para el acceso y disfrute en temporada alta. Calas como la Sardinera, Blanca, del Francés, Portitxol, Ambolo o Granadella, están saturadas y resultan impracticables por sus accesos e imposibilidad de estacionamiento. Corresponde al Ayuntamiento regular y ordenar democráticamente el uso de estos parajes. Entornos donde se entrecruzan derechos y deberes de habitantes y visitantes que convierten las zonas comunes en estercoleros en tierra y desde el mar.

Calidad. Si queremos unas zonas turísticas de atracción masiva, hay que dotarlas de infraestructuras adecuadas a la afluencia intensiva de disfrutantes. No se puede seguir construyendo con todo tipo de molestias -ruidos, grúas, palas, contenedores, camiones, al menos durante el mes de agosto. Antes estaba prohibido. Xàbia peligra. Pasa de destino turístico, con excelencia, al de ínfima calidad. Está en juego la viabilidad de la zona en el futuro. El alcalde, recientemente elegido por mayoría absoluta, debe tomar nota, no de cara a su reelección, sino en defensa de los intereses de ciudadanos y contribuyentes.