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El lanzamiento

Esta temporada -en febrero, vamos­-, la derecha se lanzó a la yugular del Gobierno nada más filtrarse que un relator asistiría a una pretendida mesa con el objetivo de colaborar en una salida al conflicto independentista que tiene al país en un ¡ay! En julio, el intermediario que ha puesto la carne en el asador para que esa izquierda que buscaba una solución dialogada en Cataluña no se rompiera la crisma entre ella ha sido Rufián. No hace falta decir que los retos peliagudos que tenemos por delante están en el buen camino.

Viviendo tiempo atrás la fascinante tarea de sacar un diario nuevo, y vespertino, una tropa de periodistas inquietos pasó jornadas y jornadas sin fin con tal de recabar información de todas las secciones, coordinar agendas, preparar temas, marcar el rumbo y definir prioridades en función de los medios a disposición. A lo largo de una buena pila de semanas se elaboraron varios números cero de los que los máximos responsables de la historia fueron quedándose con algunas iniciativas y descartando otras hasta dar con la tecla. Paralelamente fue necesario ahormar el equipo puesto que la mayoría no había trabajado antes juntos. Conforme se acarcaba le fecha de salida prevista, el miedo escénico se hacía notar. Todo el mundo sin excepción la habría dilatado a fin de poder consolidar algo más el proyecto en ciernes. Y, pobre diablo, estamos hablando de un vespertino en un lugar con unos fascinantes índices de lectura.

Por eso me quedé así cuando, a nada de empezar la segunda intentona en el hemiciclo, Echenique se ufanó de que, con vistas al acuerdo para la puesta en marcha un inédito gobierno de coalición, marcar las directrices, pivotar todo un escuadrón de altos cargos, ajustar cuadros, gestionar el estado y poner en marcha políticas que redunden en beneficio de la gente se había reunido con Calvo...¡20 horas! Eso eran tres reportajes, cuatro entrevistas y dos crónicas en el lanzamiento aquel que duró nueves meses en la calle. Nueve meses más, claro, que el gobierno de coalición.

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