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Javier Cuervo

Violencia en el autobús

Los autobuses urbanos de Gijón han rechazado una campaña de publicidad antitaurina, contratada para coincidir con la feria taurina de Begoña. Que una empresa rechace dinero es noticia.

¿Afectaba a su negocio? No es probable que los usuarios renunciaran al servicio por unas imágenes de toros desangrándose. Los fumadores no dejan de comprar cajetillas con fotografías de pulmones resecos y niños agonizando y les toca más de cerca.

Las imágenes eran violentas. Seguro: nadie puede negar que los toros son un espectáculo sangriento. Sin embargo, la feria está muy asentada en el templado agosto gijonés y mucha gente paga por ver esa violencia por la que pierde dinero la compañía de autobuses.

En Dinamarca no están acostumbrados a ver a un hombre vestido de bailarín ensartar a un toro por la cruz, pero en España, sí. En los telediarios se ven corridas cuando el torero es cogido por el toro porque es noticia que un hombre muerda a un perro, no que un torero mate a un toro y hay espacios donde se despachan seis miuras seis a partir de las cinco y en la plaza están el rey viejo o la rama castizodescendiente de la infanta Elena, el principal partido de la oposición haciendo España; el partido del gobierno, rama septentrional, recién santiguado ante una Virgen de pueblo; un abajocantante de los manifiestos de izquierda, la guardia civil departiendo con el alcalde mafioso de las gafas de sol, algunos putañeros que hacen tiempo hasta la noche, un cura antifrancisco... Lo que debería rechazar la empresa municipal de transporte son los carteles taurinos porque no tratan el verdadero contenido del espectáculo, en ninguno de sus sentidos, aunque no engañen a nadie porque todos sabemos de la violencia ritual de nuestro país.

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