En España, las inundaciones son uno de los fenómenos naturales que tienen mayor impacto social y económico. Normalmente son las lluvias fuertes e intensas las que provocan mayores estragos, pero también tiene que ver la mano del hombre a través de construcciones en lugares inapropiados.

Ayer fue el aniversario de la riada que provocó una de las peores tragedias en el norte de Aragón, con casi 90 muertos y un centenar de personas afectadas. El camping de Biescas quedó destrozado, y una vez más nos tenemos que preguntar, ¿seguimos siendo vulnerables ante un desastre natural? Yo diría que sí, independientemente del tipo de desastre que sea. Aquel de Biescas fue de tipo hidrológico, se llegaron a registrar 160 litros por metro cuadrado en tan solo una hora. La acumulación de troncos, piedras, y ramas en la cabecera del Torrente de Arás, provocaron la consiguiente riada que asoló el camping de las Nieves hace 23 años, un 7 de agosto del 1996.

Un desastre natural es la consecuencia de la vulnerabilidad de una comunidad sumada a una catástrofe natural. La magnitud del desastre, depende también de la capacidad de recuperación que tiene la población. En el caso de lo ocurrido en Biescas, ya se sabía del peligro de poner un camping en esa zona, por lo tanto, nos tendríamos que preguntar si es un desastre natural o una mala acción del hombre. También vimos algo parecido al año siguiente, en Alicante y en Badajoz, donde uno de los problemas estuvo en las construcciones existentes en zonas inundables. Las calles se convirtieron en torrentes de agua, centenares de personas quedaron atrapadas y muchos perdieron la vida.

Actualmente, en Biescas, se han dado y promovido ideas, se ha comenzado a trabajar en proyectos para volver a ocupar esos terrenos. Al parecer, tanta muerte no ha servido para aprender una dura lección que nos transmitió la naturaleza, por no respetar una de sus leyes, la de no ocupar el Dominio Público Hidráulico y las zonas de avenidas.