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Dándole vueltas

¿Puedo ir 'a Playa'?

Pertenezco a esa generación de gente que cuando fuimos adolescentes temíamos más que a una vara verde los enfados de nuestros padres y que ahora estamos, más de lo que toca, acojonados frente a los cabreos de nuestros hijos.

No nos gusta nada que nos miren mal (como si lo de la cara de asco que nos ponen se pudiese evitar), así que muchos y muchas tratamos de evitar los conflictos a cualquier precio sin darnos cuenta de que el precio, al final, son ellos.

Cada momento del año es diferente. Si durante el curso los enfrentamientos se relacionan principalmente con los estudios, sus resultados y con los fines de semana en Sanan, ahora durante el verano toca ampliar fronteras y estirar los límites. Todos lo hicimos, así que ellos y ellas también.

El verano es el momento de ir «a Playa» que no tiene nada que ver con «ir a la playa», así que no necesitan llevar protector solar. Para los no iniciados os explico: ir «a playa» es ir al botellón del parking de Platja d'en Bossa y sus alrededores y ahí el sol no está fuerte, de hecho, no estဠaunque algunos lo vean salir.

En definitiva, un tira y afloja constante que nos agota a todos (también a ellos) y en el que la mayoría de las familias que tenemos hijos o hijas adolescentes estamos embarcados.

Y esto, que no es para nada nuevo, nos lleva al punto de que a veces le dices a alguien que tienes un adolescente en casa y automáticamente te mira con cara de pena y con ganas de acompañarte en el sentimiento (algunos no se cortan y lo hacen).

Yo nunca he visto que nadie me felicite y me diga ¡qué bien lo estarás pasando! (¡sin ser ironía, claro!).

Dejando a un lado esto si muchas veces nos preguntamos por qué tenemos estos adolescentes, os diré que no hace falta un postgrado en educación para saber que los hemos ido cocinando nosotros poco a poco.

Son fruto del proceso madurativo que tienen que vivir y fruto de nuestras incongruencias.

Sí, a veces lo somos. Incongruentes. Yo lo soy. Sé lo que quiero hacer, pero otra cosa bien diferente es lo que a veces elijo hacer según las circunstancias o mi propio cansancio.

Sé que no puedo ser simpática todo el rato. Esa es mi pega fundamental. Soy madre, y eso me hace salir mal en la foto. No hay otra forma de hacerlo y asumirlo es ya cosa de máster.

En algunos aspectos los dejamos crecer a la velocidad de la luz, no les limitamos el acceso a nada no sea que digan que somos unos carcas censuradores y luego por otro lado los tratamos como a niños pequeños eternos. Muchos han llegado a la adolescencia sin saber hacer cosas y es que ese entrenamiento se lo hemos negado nosotros para facilitarles la vida. Y ese querer hacerles la vida fácil es parte de nuestro legado emocional.

La pregunta real sería ¿a quién verdaderamente les queremos facilitar las cosas, a ellos o a nosotros mismos? Esto no hay postgrado ni máster que lo resuelva.

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