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Hace treinta años València cerraba en agosto. Para los contados «rodríguez» quedaban de guardia las mimosas coctelerías de Embajador Vich, aunque algunos preferían las chapas nocturnas de los jóvenes ribereños en el Pont del Mar de la Alameda, porque esta ciudad siempre ha sido paradigma de tolerancia. Eso ocurría antes de internet y los vuelos baratos que han diversificado los viajes. Sin embargo la estructura turística de la Administración sigue anclada en el siglo pasado. Pese a la gran afluencia de visitantes que llegan este mes, los servicios de transporte público son los más deficientes del año, Ciutat Vella es un erial de paseantes perdidos por falta de circuitos culturales coherentes con un oasis en las escaleras del Mercat Central, que tiene muchas paradas cerradas. La excepción está en La Marina, el mejor sitio para pasar el día y la noche, con un relato congruente sobre el presente y futuro urbano. Nadie ha reflexionado tanto en el último trienio sobre el urbanismo sostenible como los gestores de la puerta marítima, con el ganado prestigio tras entrar por la puerta grande en el Consejo de Administración de la Asociación Internacional de Ciudades Portuarias, que reúne a todos los actores públicos y privados implicados en la interacción puerto-ciudad, con el compromiso de cumplir la Agenda 2030 de la ONU sobre desarrollo sostenible. La pregunta es por qué sigue sin haber un plan para el casco histórico, el gran polo de atracción para los forasteros, cuando el emperador romano Ottaviano Augusto ya inventó en el siglo XVIII a.C., las Feriae Augusti, donde hasta era costumbre el intercambio de regalos. Unas fiestas tan antiquísimas que han pervivido en Italia con la celebración laica del 15 de agosto, el Ferragosto. La nuestra es más divina, con la ascensión a los cielos, donde deben estar todo el año algunos responsables del turismo urbano. «En una Roma desierta de un Ferragosto cualquiera», es la primera frase que se escucha en la película que dirigió en 1962 Dino Risi protagonizada por el insustituible Vittorio Gassman. La película se llama Il sorpasso.

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