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Punto y aparte

Isabel Olmos

Silencios plácidos y cómplices

En muchas situaciones de la vida nos centramos más en el grito más elevado, en el aspaviento más llamativo, en la voz más alta -como el título de la magnífica serie que repasa la vida del magnate ultraderechista de la Fox y acosador infatigable de mujeres Roger Ailes- que en los silencios que lo acompañan. Es obvio y fácil de entender: a nadie le gusta enfrentarse, plantar cara o, sencillamente, poner límites a alguien que se desborda emocionalmente por los cuatro costados porque... da miedo. Da miedo ese aspecto de poder que tienen, esa sensación de amo, de falsa respetabilidad...

Cuántas veces -hagan memoria- se han callado en su vida por aquello de 'con esta persona no se puede hablar, negociar, acordar' o lo que sea. Mucho menos situarse delante, decir basta o poner límites en el caso de que se trate de una persona abusiva, abusadora, prepotente o como se le quiera llamar. Quizás es, simple y llanamente, cobardía. Nos da miedo. A mi esa gente me da miedo, lo reconozco. Pero esto se tiene que acabar. Hace pocas semanas, la delegada de Consell en Alicante centraba el foco en uno de los últimos crímenes machistas no en la víctima o el agresor, sino en el entorno. Y creo que fue un acierto. El entorno que sabe y calla. El entorno que tiene miedo. El entorno que se alinea más con el maltratador que con la maltratada. El entorno que continua reaccionando con gritos de «feminazis» o «locas» al menor gesto de señalar o poner en cuestión un comportamiento dudoso.

El entorno ha callado siempre, durante años, décadas y siglos, cómplice. Cuantas familias no han hecho nada pese a escuchar al otro lado de la pared que un marido pegaba a su mujer. «Los trapos sucios se lavan en casa», se decía entonces. Digo yo que en el mundo de la cultura, de las artes y de la ópera también hay gente que piensa que los abusos de los poderosos -sean del tipo que sean- son trapos sucios o manías de las locas feminazis. Mi compañero Andrés de Sa lo explicaba ayer muy bien: señor Plácido Domingo, en todas las épocas y en todos los lugares se han producido abusos pero es libertad de cada uno decidir si se suma o no, si se abusa o no, o si se hace daño a otras personas porque simplemente porque 'eran otras épocas'. Esa frase de su defensa me dio arcadas, porque con ella se justifica todo. En otras épocas todo se justifica. Aunque, ciertamente, no se si me dio más asco su lamentable frase o el apoyo plácido y patético de sus cómplices.

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