Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

"Érase una vez...": la obra maestra de Tarantino

No puedo presumir de conocer a Leonardo DiCaprio, pero disfruté de un rato en su compañía, en un ambiente donde el mito no necesitaba fingir. Es el hombre feliz por completo, indiferente hasta la ceguera respecto al universo que le rodea y que siempre incluye al menos a una mujer irreal. Al contemplarlo en directo, no entendí sus personajes oleaginosos. En Érase una vez... en Hollywood lo he confundido por primera vez con un actor, y al detestable Quentin Tarantino con un cineasta, dignidad que extravió a partir de la seminal Pulp fiction.

No es una buena película más. Es necesario haberse tragado la deplorable cartelera de superhéroes con leotardos y familias españolas disfuncionales, para apreciar en Érase una vez... uno de los grandes espectáculos de la era contemporánea. Aunque Pauline Kael prohibía la revisión de los títulos cinematográficos, la apoteosis de Tarantino no se agota con la primera degustación. Y sí, es racista, fundamentalmente contra la raza blanca. También misógina, si se descuenta el maltrato a los varones. Y xenófoba, en especial contra Estados Unidos. Y fascista, etcétera etcétera. El único ser puro es un perro peligroso.

El crepuscular Brad Pitt se resigna magistral a segundo violín de DiCaprio, en su mejor trabajo desde Ocean's Eleven. Se le adjudica la recreación del legendario especialista Hal Needham, pero en realidad interpreta al Robert Redford de Dos hombres y un destino. Ante su jefe que no amigo, adopta la señorial deferencia de Viggo Mortensen en The Green Book, menos la panza. Su descacharrante escena contra Bruce Lee pasará a la historia del cine. Kareem Abdul Jabbar la acusa de racista, otro indicio de que Tarantino ha recuperado el genio.

El orgullo patriótico obliga a reseñar que la excepcional banda sonora de Érase una vez... viene definida por el Bring a little lovin' de Los Bravos, que se consagran como la banda española de mayor proyección internacional de todos los tiempos. Su solista Mike Kennedy conoció la fama incierta de DiCaprio, para desembocar en la modestia del personaje de Brad Pitt.

El director logra arrinconar los crímenes de Charles Manson, el Satanás idolatrado por la jet set contemporánea. Y se guarda para el desenlace una bagarre digna de los hermanos Marx en el infierno, con recuerdos al True Romance escrito por Tarantino. ¿Y dónde está Margot Robbie? Pura presencia sin diálogos, quienes iban a adorarla como Sharon Tate se quedaron sin aliento ante la salvaje naturalidad (mérito del director, en las fotos sale congelada) de Margaret Qualley. Ha nacido otra estrella, por algo surgió del cuerpo de Andie McDowell.

Compartir el artículo

stats